PALESTINA Y GAZA SON RESISTENCIA, NO DERROTA
- Erick G. Ramos

- hace 1 día
- 8 Min. de lectura

COMBATEGAZA, Collage, E.(2025)
En esta guerra por nuestra tierra ocupada, el destino de los colaboradores,
traidores y enemigos del pueblo será el destino del enemigo ocupante,
el de ser aplastado en su totalidad.
Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP). 1969
No habrá unidad de los pueblos semitas y asiáticos (incluido el judío), o revoluciones proletarias en sus países ni independencia viable alguna, mientras ese enemigo común siga siendo la fuerza hegemónica en la región.
La indignación, el miedo y la sensación de derrota forman parte de los estados de shock emocionales que enfrentamos en las izquierdas ante la incapacidad de responder al genocidio que perpetra el Estado ilegítimo de Israel en Gaza.
Varios activistas, al momento del comienzo de la redacción de este texto, integran la Global Sumud Flotilla, intentando cruzar el mar para llevar ayuda humanitaria con la incertidumbre a cuestas ―Quienes ahora sabemos que fueron detenidos y deportados por el Estado de Israel―; algunos impulsan campañas de boicot contra empresas vinculadas al patrocinio de la guerra; otros más protestan en sus centros de estudio.
No obstante, existen también teóricos de izquierdas academicistas que llaman a la ambigüedad y al pesimismo. Ejemplo de ello es Franco Bifo Berardi, tanto en su teoría en general como en su libro Pensar después de Gaza; o Rita Segato, quien desde posturas claudicantes, en un programa conducido por John Ackerman, alienta a sostener la tibieza política, la negación de su pertenencia a la “humanidad” como especie y, sobre todo, un pensamiento de espíritu evasivo ante el genocidio en Gaza. Estas actitudes son, sin duda, consecuencia de la deriva derrotista de ciertas izquierdas contemporáneas.
Ante lo expuesto, la postura política y teórica de este escrito será clara: no existen alternativas ideales y conciliadoras, sino que es necesario apostar por la derrota y desaparición del sionismo de derecha (como ideología) y del Estado de Israel (como su ejecutor) por cualquier vía que sea necesaria, para que el pueblo palestino y toda Asia Occidental puedan aspirar a la paz. No habrá unidad de los pueblos semitas y asiáticos (incluido el judío), o revoluciones proletarias en sus países ni independencia viable alguna, mientras ese enemigo común siga siendo la fuerza hegemónica en la región.
El pueblo palestino ha sido y es partícipe de una resistencia heterogénea en defensa de su tierra, la cual, más allá de las filias y fobias de Occidente [...] responde a sus necesidades concretas y a sus motivos de lucha.
Es menester alejarnos de toda retórica mediadora en un conflicto donde la disparidad es clara y denunciar que quienes efectúan el genocidio tienen rostro, nombre e ideología. Si perpetuamos la noción de que sólo el Estado de Israel posee el cuestionable derecho y capacidad de ejercer la violencia, caricaturizándolo como "el malo", cuyas víctimas deben mantenerse siempre en un rol pasivo, estaremos obliterando y despreciando cualquier rastro de resistencia y posibilidad de victoria palestina. Resistencia que posee una larga historia marcada por avances, retrocesos y contradicciones, viva a través del tiempo.
Si bien los movimientos de resistencia palestina han experimentado diversas transformaciones ideológicas y adoptado múltiples formas de lucha —desde las no violentas hasta la armada—, es a partir de 1956 que se cohesionaron en torno a las necesidades concretas de una oposición frontal contra el Estado de Israel. Fue en este contexto donde comenzaron a gestarse los primeros núcleos de resistencia armada, un proceso que alcanzaría su auge en 1964 con la creación de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Esta organización contó con el Ejército para la Liberación de Palestina (ELP) como brazo militar, el cual abrazó una ideología de carácter nacionalista, inspirada en el movimiento Al Fatah liderado por Yasser Arafat (Gresh, 1983).

RESISTENCIA, Collage, E. (2025)
Empero, es importante matizar que a lo largo de la evolución y a partir de las contradicciones internas de la OLP surgieron en su seno el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) —de orientación marxistaleninista laica (1967)—, o el Frente Democrático por la Liberación de Palestina (FDLP) —también de vertiente socialista, pero afín al maoísmo. Así mismo, también podemos nombrar a la Unión Palestina Democrática (FIDA), el Partido Popular Palestino (PPP), el Frente Árabe Palestino (FAP), entre muchos otros.
Así pues, lo expuesto trasciende una mera enumeración de organizaciones para puntualizar que el pueblo palestino ha sido y es partícipe de una resistencia heterogénea en defensa de su tierra, la cual, más allá de las filias y fobias de Occidente ―incluidos aquellos que desde las izquierdas nos solidarizamos con su causa― responde a sus necesidades concretas y a sus motivos de lucha. Partamos de esta base para reconocer la capacidad de agencia del pueblo palestino en la toma de decisiones sobre su futuro; uno que le está siendo arrancado de las manos por un enemigo que lo supera en fuerza militar y que tiene como aliado más letal al silencio cómplice de las naciones del mundo.
La idea de una defensa de la fe y cultura islámica contra el invasor comenzó a ganar popularidad entre importantes sectores del pueblo palestino, lo que llevó a Hamás a ganar las elecciones legislativas en Gaza en 2006.
El compañero de este silencio es, con frecuencia, la voz temblorosa del falso aliado palestino que combina la ambigüedad con la imposición de acuerdos “no polémicos” dentro de sus “formatos civilizados” y “diplomáticos” que implican la negación absoluta de todo uso de violencia, sin importar su raíz o su objetivo. Propuestas desde donde se enarbolan la resistencia y la lucha en las diversas expresiones de solidaridad y protesta, pero siempre de manera abstracta; alejadas de cualquier compromiso de participación activa con las resistencias fundamentales del pueblo palestino y con las organizaciones, partidos y fuerzas armadas que éste ha creado para alcanzar sus objetivos.
En 1987 se gestó la primera intifada (levantamiento o rebelión) palestina, también conocida como la "Guerra de las Piedras", cuyas imágenes dieron la vuelta al mundo al mostrar a civiles palestinos enfrentándose con piedras a las armas de fuego del ejército israelí. Años después, en el 2000, tendría lugar una segunda intifada denominada Intifada de Al-Aqsa (Al-Charif, 2020). Dichos levantamientos lograron generar una constante simpatía y empatía a nivel internacional, aunque no generalizada, hacia el pueblo palestino, que demostró una fuerza popular unificada frente a un enemigo implacable.
Esta coyuntura forjó una imagen del pueblo palestino que, con el tiempo, se volvió inmaculada: la de un David contra Goliat. Tal narrativa de disparidad de fuerzas resultó enormemente eficaz para la propaganda propalestina a nivel global, pero al mismo tiempo parece haber nublado nuestra capacidad para comprender y analizar la complejidad de su lucha, sus distintos actores y sus razones. Así, cuando las formas de resistencia palestina se alejan de este arquetipo generan incomodidad y distanciamiento. Si bien el apoyo en abstracto al pueblo palestino no necesariamente disminuye a causa de ellas, lo cierto es que sí marca una ruptura en la claridad de los posicionamientos.
Regresando la mirada a la historia de la resistencia palestina, en 1991, Yasser Arafat participó en la Conferencia de Paz de Madrid junto al entonces primer ministro israelí, Isaac Shamir. Posteriormente, en 1993, el sucesor de Shamir, Isaac Rabin, se reunió con Arafat en Oslo, Noruega, para iniciar los acuerdos de alto al fuego (Petrino, 2018). Estos acuerdos provocaron la escisión de facciones dentro de la OLP que se oponían a dichas negociaciones, como el FPLP, el FDLP o el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás). Dichos grupos consideraron que las tratativas representaban un retroceso en su lucha, ya que debilitaban la resistencia palestina y otorgaban al Estado de Israel herramientas diplomáticas para consolidar su ocupación (Popular Front for the Liberation of Palestine, 2024).

ETERNARESISTENCIA, Collage, E. (2025)
Pese a que los Acuerdos de Oslo condujeron a una reducción de las tensiones diplomáticas, también provocaron un cisma dentro de la resistencia palestina y sus órganos representativos. El punto de quiebre más significativo fue la coyuntura de la Segunda Intifada, pues propició el nacimiento de sectores internos dentro de la OLP que reorientaron las causas ideológicas de la lucha y la resistencia, encabezados principalmente por Hamás. A partir de este momento, la idea de una defensa de la fe y cultura islámica contra el invasor comenzó a ganar popularidad entre importantes sectores del pueblo palestino, lo que llevó a Hamás a ganar las elecciones legislativas en Gaza en 2006, frente a otros partidos con igual o mayor trayectoria en la resistencia como Al Fatah y el FPLP.
Recordar que el pueblo palestino posee una larga historia de resistencia y constatar que ésta permanece viva es lo que puede revitalizar nuestro ánimo de lucha y radicalizar nuestra postura frente a nuestros gobiernos y la situación global.
Posteriormente, la presencia de Hamás a la cabeza de Gaza, debido a sus posturas y acciones contrarias a los Acuerdos de Oslo, le abrió la puerta a Israel de avivar tensiones y agresiones constantes en la Franja de Gaza desde 2008 a la fecha. Así, el 7 de octubre del 2023, Hamás realizó una serie de ataques coordinados en zonas fronterizas con Israel, los cuales se extendieron un par de días más y propiciaron bajas civiles y militares del lado israelí, así como la captura de rehenes. Esta acción fue la justificación del gobierno encabezado por Netanyahu para iniciar una ofensiva militar desproporcionada que conduce al genocidio del pueblo palestino hasta los días presentes.
Ahora bien, esta cadena de sucesos polarizó las opiniones sobre la situación en Gaza y Palestina. Por un lado, el creciente apoyo al pueblo palestino a nivel mundial es proporcional con la barbarie efectuada por el Estado sionista de Israel; por otro, parece que existe una desconexión con la realidad política e ideológica de los palestinos, principalmente de los gazatíes, de quienes su principal órgano representativo, ideológico y militar está encabezado por Hamás. De modo que tanto el progresismo como las izquierdas occidentales parecen estar más preocupados por marcar una distancia con los métodos y acciones de Hamás que por ayudar a mantener la llama de la resistencia palestina.
Es cierto que Hamás dista mucho de liderar una resistencia palestina acorde con los modelos ideales de lucha que se conciben en Occidente. Sus fundamentos ideológicos y sus métodos de acción pueden resultar incómodos para aquellas conciencias progresistas que, sin embargo, no siempre se detienen a comprender todas las dimensiones e implicaciones del genocidio que tiene lugar ante sus ojos. Pero también es cierto que ignorar su presencia y su papel real en el terreno no contribuirá a alcanzar una solución definitiva que favorezca al pueblo palestino.
Aunado a esto, es importante matizar que Hamás no es homogéneo ni sinónimo del pueblo palestino. Cabe recordar que en el frente también hay combatientes de diversas facciones, incluidas muchas de izquierdas —aunque debilitadas— que han actuado con pragmatismo ante la necesidad imperiosa de defender su tierra. No obstante, esto no es una llamada a la resignación del “es lo que hay”, sino a articular un apoyo y una solidaridad basados en las condiciones actuales, para que en el futuro exista un pueblo palestino con capacidad de orientar sus esfuerzos hacia sus propios proyectos emancipatorios.
Asimismo, en medio de la oscuridad que envuelve el panorama internacional —y que podría inclinarnos al derrotismo, la desilusión y el pesimismo—, recordar que el pueblo palestino posee una larga historia de resistencia y constatar que ésta permanece viva es lo que puede revitalizar nuestro ánimo de lucha y radicalizar nuestra postura frente a nuestros gobiernos y la situación global. Se trata de reconocer a los enemigos: el sionismo, el Estado de Israel y el sistema capitalista que los sostiene; y de convertirnos en aliados activos de los pueblos que resisten, antes que en espectadores pasivos de la barbarie.
Debemos evitar convertir el terror y el genocidio en un muro de lamentaciones o en la antesala del apocalipsis de lo humano. Mientras haya personas defendiendo su tierra en Gaza y en toda Palestina, nuestro deber es claro: permanecer a su lado.
BIBLIOGRAFÍA
Al-Mughrabi, N. (2023, 13 de octubre). Historia palestina y resistencia a la violencia israelí. Viento Sur. https://vientosur.info/historia-palestina-y-resistencia-a-la-violencia-israeli/
Gresh, A. (1983). OLP histoire et stratégies. Spag.
Las Heras, P. (s. f.). Hamas en perspectiva: Origins and evolution. Dentro de Global Affairs and Strategic Studies. Universidad de Navarra. Recuperado de: https://www.unav.edu/web/global-affairs/hamas-en-perspectiva-origenes-y-evolucion
Al Charif, M. (s. f.). Palestine: A history marked by intifadas. Orient XXI. Recuperado de: https://orientxxi.info/magazine/palestina-una-historia-marcada-por-las-intifadas,4165
Al Charif, M. (s. f.). Popular Front for the Liberation of Palestine – PFLP. Interactive Encyclopedia of the Palestine Question. Recuperado de: https://www.palquest.org/en/highlight/23332/popular-front-liberation-palestine-%E2%80%93-pflp
PFLP Documents. (s. f.). Recuperado de: https://pflp-documents.org/page/3/
Erick G. Ramos, coordinador general del Centro de Documentación y Difusión de Filosofía Crítica (CDyDFC) y editor de la Revista Filos Crítica. Clasicista de formación académica.







Comentarios