LA ELECCIÓN DE TAKAICHI SANAE COMO NUEVA PRIMERA MINISTRA DE JAPÓN
- Hans Alexander Razo Urias
- 14 nov
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Actualizado: hace 5 días
¿La culminación de la derechización de la política japonesa?

TatakachiJPN, Collage, E. (2025)
Takaichi Sanae es posiblemente una de las políticas más derechistas y controvertidas de Japón, no sólo dentro de su partido, sino en todo el espectro político japonés.
Considerada parte del ala más conservadora del Partido Liberal Democrático (PLD), Takaichi Sanae es posiblemente una de las políticas más derechistas y controvertidas de Japón, no sólo dentro de su partido, sino en todo el espectro político japonés. Por ello, no sorprende que la elección reciente de Takaichi como primera ministra se haya convertido en tema de debate (Sharp, 2025). Varios grupos conservadores, particularmente mujeres de derecha dentro del PLD, aplauden su victoria en la elección parlamentaria para designar a un nuevo primer ministro. Incluso, medios japoneses han destacado la noticia de que Japón tiene por primera vez a una mujer en el cargo de primera ministra (Nihon Keizai Shimbun, 2025; Nippon.com, 2025). Pero, ¿quién es Sanae Takaichi y qué representa su nueva administración para el país nipón?
Takaichi Sanae nació en la prefectura de Nara, conocida por sus ciervos, así como por su alto valor histórico y cultural gracias a la gran cantidad de templos budistas y santuarios sintoístas que datan del periodo Nara (710–794). Takaichi, quien en sus años de estudiante fue baterista en una banda de heavy metal y, posteriormente, presentadora de noticias en TV Asahi, fue electa por primera vez a la Cámara de Representantes* en 1993, entonces como candidata independiente. Sin embargo, para 1996 ingresaría al, en ese momento, casi hegemónico Partido Liberal Democrático (Supōtsu Hōchi, 2025).
Aunque esta información podría considerarse “de más” o “poco relevante” en la vida de Takaichi, es importante notar que es precisamente lo que varios medios japoneses, e incluso medios occidentales como The New York Times (Hernández, 2025) y la BBC (Yeung, 2025), están destacando sobre la nueva primera ministra, sin tomar en cuenta las posturas políticas que ha promovido a lo largo de su trayectoria como eje central del debate.
Takaichi comenzó a destacar en la política japonesa por su negacionismo respecto a los crímenes de guerra cometidos por Japón durante la Guerra del Asia-Pacífico. En 1994 cuestionó al entonces primer ministro del Partido Socialista, Murayama Tomiichi, preguntándole por qué consideraba que Japón había incurrido en una invasión contra otras naciones durante la guerra y por qué pensaba que el país había cometido errores en aquella época (Sankei Shimbun, 2025).
Férreamente opuesta al matrimonio igualitario, a que las personas casadas puedan mantener apellidos distintos y a que una mujer pueda ascender al trono imperial, Takaichi es considerada por varias activistas feministas un “hombre honorario” (Brasor, 2021). Incluso la académica feminista Ueno Shizuko publicó en X (antes Twitter): “Aunque posiblemente tengamos a nuestra primer primera ministra mujer, no puedo ponerme contenta” (Mainichi Shimbun, 2025). Takaichi también apoya un incremento en el gasto militar, las visitas oficiales al controversial Santuario de Yasukuni**, y en el ámbito internacional tiene fama por su firme oposición en contra de China y Corea del Sur (Sharp, 2025).
Asimismo, Takaichi ha sido particularmente cercana durante su carrera al fallecido ex primer ministro Abe Shinzo, no sólo por formar parte de la facción que él lideraba dentro del PLD, sino porque Abe era considerado su “mentor” (Hale, 2025). Su proximidad a Abe resulta polémica en Japón no sólo por las políticas derechistas que promovió el exmandatario, sino también por sus vínculos con la ultraconservadora Iglesia de la Unificación (Yong y Mackenzie, 2023) y por los casos de corrupción en los que se ha visto involucrada la facción de Abe dentro del PLD (Prusa, 2025).
Es importante evitar conclusiones erróneas, como considerar este hecho un “gran paso” hacia la igualdad de género y los derechos humanos, o afirmar que Takaichi llegó al puesto de primera ministra porque es “tiempo de mujeres”.
Apodada la “dama de hierro japonesa” debido a su admiración por Margaret Thatcher (Yomiuri Shimbun, 2025), Takaichi es considerada una de las políticas más ultraderechistas del Partido Liberal Demócrata, el cual ha gobernado Japón desde 1955, con excepción de los periodos 1993–1994 y 2009–2012. El PLD puede considerarse un partido “atrapalotodo” de la derecha, pues alberga desde políticos liberales de centroderecha hasta personalidades ultraconservadoras vinculadas con grupos neonacionalistas como la Conferencia de Japón (Nippon Kaigi) y la Liga Política Sintoísta (Shintō Seiji Renmei), de los cuales Takaichi es miembro. Por ello, no es menor que haya sido elegida dentro de un partido con una membresía tan diversa y que se encuentra en constante conflicto interno debido a sus poderosas facciones.
Es importante evitar conclusiones erróneas, como considerar este hecho un “gran paso” hacia la igualdad de género y los derechos humanos, o afirmar que Takaichi llegó al puesto de primera ministra porque es “tiempo de mujeres”. Ocurre más bien lo contrario: su elección representa la culminación de la derechización de la política japonesa, un proceso que se ha gestado por lo menos desde la década de los noventa.

hEAvyJPN, Collage, E. (2025)
Los años noventa en Japón estuvieron marcados por una serie de sucesos —naturales y provocados— que representaron un momento de crisis para su tejido social y forzaron a cuestionar el orden establecido en la posguerra. Aunque Kimura Kan (2012: 105) y Yangmo Ku (2014: 264–265) sostienen que el contexto político internacional, particularmente en el noreste asiático, desempeñó un papel crucial en el resurgimiento del neonacionalismo japonés, considero fundamental examinar también la situación política, social y económica que vivió Japón en esa década.
El filósofo Azuma Hiroki (2012, cap. 1) señala que la cima del auge económico japonés se experimentó en los años ochenta, cuando la sociedad vivió una sensación “flotante” de “paz”. Sin embargo, sucesos como el estallido de la burbuja económica a inicios de los noventa, el gran terremoto de Hanshin-Awaji en Kansai y el ataque terrorista del culto religioso Aum Shinrikyō en el metro de Tokyo marcaron el colapso de esa ilusión de paz que había acompañado al “milagro económico” posterior a la ocupación estadounidense. A ello se sumó la internacionalización de la economía, que derivó en un aumento del empleo informal, de las desigualdades y de la pobreza, alimentando una sensación generalizada de “crisis”.
Mark R. Mullins (2012: 105) menciona que la conmemoración del cincuentenario del fin de la Guerra del Pacífico motivó a muchos jóvenes a reevaluar el orden establecido en la posguerra. Además, aunque el ataque de Aum Shinrikyō llevó a varios japoneses a afirmar que era necesario limitar el papel de las religiones en la esfera pública, también surgió una reacción entre grupos y pensadores neonacionalistas que interpretaron estos hechos como evidencia de la decadencia moral de la sociedad japonesa. Para ellos, esto justificaba la necesidad de que el Estado promoviera una educación pública basada en la moral y el patriotismo. Sostenían que los problemas contemporáneos eran consecuencia directa de la educación “individualista” y “amoral” introducida durante la posguerra, tras la secularización forzada por las fuerzas de ocupación estadounidenses, quienes impusieron la separación entre religión y Estado a través de la constitución de 1947***(Mullins, 2021: 86 – 87).
Esto convirtió a la década de 1990 en terreno fértil para el auge de movimientos neonacionalistas como la Conferencia de Japón y la Liga Política Sintoísta, que exigían una “educación patriótica y moral” sustentada en el revisionismo histórico respecto a los crímenes de guerra cometidos por Japón. Mediante diversas estrategias de movilización electoral y cabildeo, estas organizaciones lograron la paulatina derechización de la política japonesa en temas como la legalización de la bandera e himno actuales y la obligatoriedad de honrarlos en las escuelas (Kokuni, 2016: 520–535; Kirk, 1999; Asahi Shimbun, 2023); la aprobación de libros de texto con visiones revisionistas; la revisión de la Ley Fundamental de la Educación; la participación del ex primer ministro Koizumi Junichirō (2001–2006) y del ex primer ministro Abe Shinzo (2006–2007, 2012–2020) en rituales en el Santuario de Yasukuni (Mullins, 2021: 91–93); y las reinterpretaciones del artículo 9 de la constitución, que prohíbe el uso de la fuerza bélica para la resolución de conflictos (El País, 2014).
Otro elemento relevante es la reciente derechización de los jóvenes, quienes anteriormente eran en su mayoría apáticos hacia la política.
No sólo los grupos neonacionalistas impulsaron reformas educativas de corte patriótico. Según Kokuni Yoshihiro (2016: 479–481), la Asociación Japonesa de Ejecutivos Corporativos y la Federación Japonesa de Negocios —dos de los grupos patronales más influyentes de Japón— desempeñaron un papel central en la implementación de estas reformas en las décadas de 1990 y 2000. Su objetivo era formar trabajadores que “entregaran su vida a la nación”, algo que consideraban esencial en el contexto del auge del periodo neoliberal japonés, durante el cual se perdieron derechos laborales, se privatizaron masivamente empresas y se intensificó la represión contra los sindicatos.
Sumado a las crisis de los años noventa, también es importante tomar en cuenta la fallida administración del extinto Partido Demócrata (2009–2012), la cual se vio severamente golpeada por la crisis del 3.11: el terremoto, tsunami y desastre nuclear ocurridos en la región de Tōhoku, cuyas consecuencias siguen afectando particularmente a la prefectura de Fukushima hasta el presente (Kushida, 2014). Dicha administración terminó dañando la imagen de la oposición de centroizquierda en Japón.
Otro elemento relevante es la reciente derechización de los jóvenes, quienes anteriormente eran en su mayoría apáticos hacia la política. No resulta sorprendente que exista una baja participación electoral entre la juventud, considerando que la crisis económica de 1990 les afectó especialmente, y que Japón no ha logrado recuperarse plenamente de ella hasta hoy. Esto ha generado un sentimiento generalizado de desesperanza. En las elecciones generales de 2024, sólo el 34.62% de las personas de 20 a 29 años votaron, frente al 68.02% de las personas de 60 a 69 años, prácticamente el doble (Ministerio de Asuntos Internos y Comunicaciones de Japón, s.f.). Esto, sumado al envejecimiento de la población derivado de la baja natalidad, produce un círculo vicioso en el cual los políticos buscan atraer el voto de las personas mayores, alienando así a la población joven y consolidando una “democracia de plata”: un sistema político en el que se diseñan políticas principalmente para la tercera edad, ignorando las opiniones de los más jóvenes (Endō, 2024).
De acuerdo con el politólogo japonés Endō Masahisa (2024), los jóvenes manejan una definición muy distinta de lo que es izquierda y derecha, o de lo que es progresista y conservador. Mientras que la mayoría de las personas mayores de 60 años consideran al Partido Comunista de Japón (PCJ) como un partido “progresista”, los jóvenes lo califican de “conservador”. Nakai Ryō (2024: 26–27) considera que esta percepción no es descabellada, dado que el PCJ apoya el mantenimiento del sistema actual regido por la constitución pacifista, oponiéndose a cualquier enmienda constitucional. En cambio, los jóvenes consideran que el partido derechista Asociación de la Restauración de Japón (Nippon Ishin no Kai) es un partido “reformista”, ya que propone como eje central la reforma del sistema político actual, así como cambios constitucionales.
Adicionalmente, no puede ignorarse el rol de las redes sociales en la difusión del pensamiento y las políticas de ultraderecha. Los Netto uyoku (derechistas de internet) podrían considerarse la versión japonesa del alt-right****, no sólo porque comparten rasgos ideológicos como la xenofobia, sino también por sus orígenes. Veinte años antes de que 4Chan comenzara a conocerse como un espacio donde convergían discursos extremistas de derecha —desde la supremacía blanca y el chovinismo masculino hasta el antisemitismo y las teorías de conspiración— en 2Channel, o “2Chan”, ya se estaba gestando un movimiento radical de derecha en línea en Japón. El carácter anónimo de 2Chan lo convirtió en un espacio atractivo para internautas neonacionalistas que se sintieron “rechazados” y “desesperanzados”, económica y socialmente, a raíz de las crisis que azotaron Japón en la década de los noventa (Fujioka, 2019; Fujioka y DeCook, 2021: 2–5).
El académico Itō Masaaki (2024) considera que, debido a las históricas bajas tasas de migración, el blanco de la derecha online en Japón han sido los residentes coreanos o zainichi, las mujeres, las personas con discapacidades y las disidencias sexuales. No obstante, recientemente ha habido un incremento significativo en el número de migrantes, pasando de 2 millones en 2012 a 3.8 millones en 2024 (Nippon.com, 2025), lo cual ha dado pie a un creciente debate en torno a la población migrante en Japón. Asimismo, los medios japoneses y las redes sociales han experimentado un aumento en la retórica antiinmigrante, visible, por ejemplo, en la campaña online contra la reciente migración kurda al país (Uzuka, 2025).
Aunque los medios japoneses cubren cada vez más el tema migratorio, diversas encuestas han demostrado que para el votante promedio el asunto más importante es el alza de precios, mientras que la política migratoria ocupa apenas el quinto lugar en relevancia. El académico Masaki Hata señala que esto se debe al auge del nuevo partido ultraderechista Sanseitō, cuya política de “japoneses primero” se convirtió en el eje central de su campaña, obligando a los demás partidos a aclarar su postura respecto a las personas migrantes (MBS News, 2025). El crítico Furuya Tsunehira (2025) sostiene que la mayoría de los votantes de Sanseitō no respaldaban un partido anteriormente; su base electoral está integrada por personas “desilusionadas” con la política y con escaso interés en la misma.
No obstante, antes de juzgar a los votantes, es imprescindible comprender la coyuntura que posibilitó el auge de estos políticos reaccionarios, así como los errores cometidos por la propia izquierda.
El auge de Sanseitō en las elecciones metropolitanas de Tokyo y en las elecciones nacionales de la Cámara Alta, junto con la pérdida de escaños del PLD, llevó a la conclusión de que el partido debía girar hacia la derecha para evitar un mayor desgaste electoral. Esto ocurrió bajo la administración del primer ministro Ishiba Shigeru, perteneciente al ala liberal del partido. En este contexto, y mediante una campaña abiertamente antiinmigrante, Takaichi Sanae fue electa presidenta del PLD tras la dimisión forzada de Ishiba, convirtiéndose así en primera ministra de Japón. Este giro provocó la ruptura de la coalición entre el PLD y Kōmeitō (un partido budista de centroderecha), dando paso a una nueva coalición con la derechista Asociación de la Restauración de Japón.

JPNRIGHT, Collage, E. (2025)
El proceso de derechización política no es exclusivo de Japón, sino un fenómeno observable a escala global. Líderes como Donald Trump, Javier Milei, Nayib Bukele, Giorgia Meloni, Marine Le Pen, Nigel Farage, Jair Bolsonaro, Santiago Abascal y otros pueden entenderse como consecuencia de la recesión económica de 2008, que provocó una crisis del sistema neoliberal y el auge de populismos autoritarios de derecha. Japón experimentó un panorama similar tanto en la década de 1990 como durante la crisis del 3.11, y el crecimiento de la derecha en línea incluso precedió al que ocurrió en Occidente.
El caso japonés demuestra que el ascenso de la extrema derecha no es un fenómeno súbito, sino un proceso de larga gestación. Además, el papel de los medios y las redes sociales ha sido fundamental, pues han desplazado el foco de la agenda política hacia temas xenófobos, pese a que el votante promedio está más preocupado por cuestiones económicas. A ello se suma que el patrón de voto de los jóvenes hacia partidos como Sanseitō puede explicarse por la imagen “anti-establishment” que proyecta dicho partido. La despolitización juvenil y la escasa conciencia histórica han contribuido a que muchos jóvenes no perciban como problemáticas las posturas reaccionarias de partidos como Sanseitō o de figuras como Takaichi, quienes gozan de un notable apoyo entre este sector.
Mientras tanto, la ausencia de una plataforma que atienda de manera real las necesidades de los jóvenes, junto con la falta de una presencia sólida de la izquierda en redes sociales, ha producido una erosión significativa de la izquierda en el panorama político. En Japón, tal como en Occidente, se observa cómo sectores de izquierda califican a los seguidores de Sanseitō y de Takaichi como “estúpidos”. No obstante, antes de juzgar a los votantes, es imprescindible comprender la coyuntura que posibilitó el auge de estos políticos reaccionarios, así como los errores cometidos por la propia izquierda que han abierto el camino al avance de la ultraderecha.
*El poder legislativo japonés (la Dieta) está compuesto por dos cámaras: la Cámara de Representantes (cámara baja) y la Cámara de Consejeros (cámara alta).
** El Santuario de Yasukuni, conocido como uno de los santuarios protectores de la nación, es aquel donde se consagran las almas de 2.5 millones “caídos en guerras”, incluyendo las de catorce criminales de guerra de categoría A (Tamamoto, 2001: 33 – 35).
***La constitución actual de Japón fue escrita por las fuerzas de ocupación estadounidenses tras el fin de la Guerra del Asia-Pacífico. Esto ha sido un tema que ha causado fricciones entre grupos neonacionalistas (quienes consideran la constitución como “impuesta”, y partidos progresistas que la catalogan como “pacifista” y “pro-derechos humanos” (para mayor información leer a Woodard, 1972).
**** El “alt-right” o “derecha alternativa” es un movimiento de extrema derecha difuso cuyo auge se dio en el espacio digital, teniendo como semillero principal al sitio de tableros de imágenes 4Chan. Se caracteriza por su apoyo a personalidades como Donald Trump, su xenofobia extrema, chovinismo y supremacía masculina (Nagle, 2017).
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Hans Alexander Razo Urias es licenciado en Administración Pública y Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Baja California. Actualmente es estudiante de la Maestría en Estudios de Asia y África con especialización en Japón en El Colegio de México. Sus temas de interés principales son el (neo)nacionalismo japonés, el sintoísmo estatal, y el estudio de las derechas.



