LA LUCHA DE LA CNTE
- Cecilia Mendoza Ventura
- hace 5 días
- 8 Min. de lectura
¿A quién le conviene su desprestigio?

En el paquete de reformas, respaldado por el sector empresarial, venía incluida también una reforma educativa. Ésta tenía varias implicaciones: la estabilidad de las plazas magisteriales ahora estaba condicionada por la aplicación de evaluaciones estandarizadas que, de no aprobarse, comprometían el trabajo de los docentes.
Es septiembre de 2013. Medios como Televisa, el periódico Reforma y periodistas como Loret de Mola muestran en sus titulares la imagen apocalíptica del Zócalo capitalino en llamas, repleto de granaderos. Incluso un helicóptero sobrevuela la zona en medio del humo y el caos. No es una guerra: se trataba de uno de los eventos de represión más violentos de la historia reciente de la Ciudad de México. ¿La amenaza?: Una agrupación de profesores.
Me refiero a los años de gobierno de Enrique Peña Nieto, un periodo caracterizado por los recurrentes escándalos de corrupción, violencia y manifestaciones políticas, que empezaron con el movimiento #YoSoy132 desde antes de que llegara a la presidencia. Su mandato aún no estaba en el foco internacional, pues faltaba casi un año para que se diera la dolorosa desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, que terminaría por poner en evidencia la decadencia en la que se encontraba el país con el regreso del PRI.
En este contexto, Peña Nieto había puesto en marcha una serie de reformas neoliberales para el sector energético, financiero y de telecomunicaciones. En el paquete de reformas, respaldado por el sector empresarial, venía incluida también una reforma educativa. Ésta tenía varias implicaciones: la estabilidad de las plazas magisteriales ahora estaba condicionada por la aplicación de evaluaciones estandarizadas que, de no aprobarse, comprometían el trabajo de los docentes. Estas evaluaciones, por supuesto, estaban pensadas como las clásicas evaluaciones cuantitativas, ampliamente criticadas por pedagogos y expertos de la educación por tratarse de pruebas que no acreditan conocimientos y aptitudes cualitativas y que, además, no toman en cuenta las desigualdades y rezagos en un contexto de injusticia social. Estas evaluaciones ponían en riesgo el empleo de todo el sector magisterial, incluso de aquellos que habían conseguido plazas vitalicias por medio de derechos laborales (Canal Seis de Julio, 2013).
A esto se le sumaba el hecho de que la reforma educativa planteaba una nueva relación entre el Estado y el magisterio, en la que el Estado tendría mayor control y vigilancia sobre los trabajadores, imponiendo una relación unilateral que dejaba completamente de lado la organización sindical. Dicho de otro modo, la reforma tenía poco de educativa y mucho de administrativa y laboral (Hernández Navarro, 2013).
Cuando esta reforma fue anunciada, empezó a aparecer recurrentemente un actor en los medios de comunicación: la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Sin embargo, la CNTE no era un actor con voz propia en los medios, sino que era un cúmulo de imágenes de gente salvaje, violenta sin razón aparente y un enemigo público sin más. Su mención siempre venía acompañada de adjetivos como “flojos”, “corruptos”, “sucios” e incluso de otros directamente raciclasistas, como “nacos”. El meollo del asunto es el siguiente: ¿por qué la CNTE se volvió un enemigo público en los medios de comunicación y a quién le convenía la construcción de estos estereotipos?
La CNTE también había sido uno de los principales grupos opositores de la Ley ISSSTE impulsada en 2007 por Felipe Calderón, que redujo las pensiones de todos los trabajadores del Estado, aumentado la edad de jubilación y privatizando el sistema solidario de aportaciones para convertirlo en un sistema individual de ahorro.
Empecemos por el hecho de que la CNTE, aunque empezó a adquirir protagonismo en medios en el contexto de la Reforma Educativa, no se trataba en absoluto de una organización nueva. La CNTE nació en la década de los 80 como un sindicato alternativo al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, uno de los sindicatos más grandes de América Latina, conocido por sus prácticas charras (o por sus pactos con el poder) y antidemocráticas. La CNTE también había sido de los principales grupos opositores de la líder sindical Elba Esther Gordillo, que aunque no necesita presentación, vale la pena recordar que participó activamente en actos de corrupción, lavado de dinero, fraudes electorales y es la probable responsable del asesinato del profesor y luchador social Misael Núñez Acosta (Olivares Islas y Hernández Román, 2019).
La CNTE también había sido uno de los principales grupos opositores de la Ley ISSSTE impulsada en 2007 por Felipe Calderón, que redujo las pensiones de todos los trabajadores del Estado, aumentado la edad de jubilación y privatizando el sistema solidario de aportaciones para convertirlo en un sistema individual de ahorro, conocido como Afores (Administradoras del Fondo para el Retiro). La consecuencia principal de las Afores es que el dinero de las jubilaciones ahora pueden ser utilizados como activos financieros, mientras que los fondos de los trabajadores se vuelven cada vez más insuficientes para una vejez digna (Pie de Página, 2025).
La CNTE, con una larga trayectoria de lucha política, al momento de la anunciación de la reforma educativa contaba ya con un alto nivel de organización y de capacidad de movilización. Sus demandas, además, no eran poca cosa: los docentes nunca fueron consultados para una reforma de tal importancia y varios de los cambios que proponía ésta en materia laboral contravenían derechos constitucionales y tratados internacionales.
La organización magisterial, de esta manera, se estaba oponiendo no sólo a la reforma en sí, sino a un programa de cambios estructurales respaldados por la agenda de organizaciones internacionales promotoras de políticas neoliberales como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD) (Canal Seis de Julio, 2013). También se oponían a la privatización de diferentes ámbitos de la vida pública que, en última instancia, beneficiaban únicamente a los grandes empresarios del país y a los funcionarios de gobierno que habían pactado con ellos.
En realidad, la campaña mediática de desprestigio contra la CNTE no venía de cualquier lado: los medios empeñados en vender una imagen de profesores “flojos” y “violentos” eran televisoras como TV Azteca, cuyo dueño, Claudio X. González, era de los principales aliados del gobierno en turno con su asociación Mexicanos Primero. Además de las televisoras, empresarios como Alejandro Ramírez Magaña, dueño de Cinépolis, financiaron el documental ¡De Panzazo! (2012) para apoyar la reforma educativa. El documental, por cierto, se trataba de una copia del documental estadounidense Waiting for Superman, dirigida por David Guggenheim y financiada por Bill Gates, cuyo objetivo era cuestionar la educación pública, a los profesores y a sus sindicatos (Hernández Navarro, 2013).
La primacía del criterio economicista en la educación sobre otros problemas dejó de lado los asuntos más fundamentales de la educación en México, como el analfabetismo y el abandono escolar. Mientras tanto, uno de los actores fundamentales de este sector, los maestros, eran despojados de sus derechos laborales.
En realidad, como señala Luis Hernández Navarro, el pretexto principal de la reforma educativa y de sus defensores es que ésta tenía como objetivo lograr una educación de calidad por medio del control del magisterio. Este término, que nunca fue definido por la reforma ni por sus defensores, lejos de ser un término pedagógico, proviene de los valores empresariales y mercantiles. De ahí la importancia de la “evaluación docente” como eje rector de la reforma: la calidad es algo medible o cuantificable. Sin embargo, la educación se trata, ante todo, de un valor cualitativo y de un entramado complejo de conocimientos, estrategias y condiciones materiales ante las cuales el docente y otros actores educativos deben intervenir. La nueva reforma educativa buscaba ser un sistema de “aplicación” de criterios homogéneos en un país desigual (Hernández Navarro, 2013).
La primacía del criterio economicista en la educación sobre otros problemas dejó de lado los asuntos más fundamentales de la educación en México, como el analfabetismo y el abandono escolar. Mientras tanto, uno de los actores fundamentales de este sector, los maestros, eran despojados de sus derechos laborales. Desde ese entonces, sindicatos, estudiantes universitarios y organizaciones de izquierda de todo el país se solidarizaron con la lucha de la CNTE por reconocer en ella la lucha de los trabajadores y de la educación pública en general. Incluso Andrés Manuel López Obrador, que se encontraba en vías de construir el movimiento político que hoy es Morena, se mostró crítico con las reformas neoliberales y mostró su apoyo al magisterio.
El nivel de organización política y la capacidad de convocatoria de la CNTE a pesar del cerco mediático es relevante porque ahí subyace el motivo de su linchamiento: la CNTE es un sindicato que representa una amenaza para el Estado neoliberal. Su lucha no sólo consistió en marchas multitudinarias y paros laborales incesantes, sino que también impuso un plantón frente al Zócalo capitalino y otros puntos del país. Su destrucción mediática era necesaria porque al Estado le convenía aislarlos en su lucha y los grupos empresariales necesitaban silenciar sus argumentos. La opinión de mucha gente sobre la CNTE era negativa, pero pocos podrían explicar cuáles son sus demandas, que curiosamente defienden los derechos laborales de cualquier trabajador del Estado.
En este punto nos encontramos en junio de 2025. La CNTE vuelve a aparecer en los medios de comunicación y en el discurso estatal con la misma imagen negativa que ha sido reproducida durante años. La enorme diferencia estriba en que esta vez la disputa se da con un gobierno que no sólo dice ser de izquierda, sino que llegó al poder con la promesa de detener los atropellos laborales que la Ley Isste, la reforma educativa y la eliminación del régimen de excepción laboral ejercían contra los profesores. Las promesas fueron falsas. Las soluciones que se han ofrecido hasta ahora son insuficientes.
La causa de la CNTE es también una causa de la izquierda crítica porque, pese a los muchos defectos que puedan tener la CNTE, el propio SNTE y otros sindicatos —con los que hay que ser igualmente críticos—, la demonización y estigmatización de la organización de los trabajadores únicamente es conveniente para el Estado capitalista y para los grandes empresarios.
Valga este pequeño acto de memoria para recordar que los sectores de izquierda críticos apoyaron la lucha de la CNTE en 2013, no sólo por la ilegitimidad del gobierno en turno, sino por el conocido hecho de que las políticas neoliberales buscan imponerse a lo largo y ancho del mundo como parte de un proyecto que busca despojar a la clase trabajadora de sus derechos y a la educación de su carácter público. La causa de la CNTE es también una causa de la izquierda crítica porque, pese a los muchos defectos que puedan tener la CNTE, el propio SNTE y otros sindicatos —con los que hay que ser igualmente críticos—, la demonización y estigmatización de la organización de los trabajadores únicamente es conveniente para el Estado capitalista y para los grandes empresarios. Los cambios que necesitan los sindicatos no significa que éstos deban ser desmantelados.
Finalmente, cabe preguntarse cuándo es que el Estado y los empresarios estarán sometidos al mismo escrutinio público al que han estado sometidos los trabajadores de la educación hasta ahora. Si el Estado y los empresarios quieren evaluar a los docentes , ¿quién evaluará sus decisiones y actos como élites del poder?. La clase trabajadora y las izquierdas no podemos permitir el avance de leyes que vean a los trabajadores mismos como una amenaza, por más incómodo que eso le resulte a cualquier gobierno o líder político.
BIBLIOGRAFÍA
Hernández Navarro, L. (2013) No habrá recreo. Contra-reforma constitucional y desobediencia magisterial. Para leer en libertad.
Olivares Islas, A. y Hernández Román, B. C. (2019). “Entrevista a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE)” en Las izquierdas mexicanas desde los movimientos sociales en el siglo XXI. Problemas y perspectivas. Centro de Documentación y Difusión de Filosofía Crítica.
Ruiz, A. (2025, 24 de mayo) «La CNTE defiende a los trabajadores, el gobierno a la banca». Pie de Página http://piedepagina.mx/la-cnte-defiende-a-los-trabajadores-el-gobierno-a-la-banca/?fbclid=IwY2xjawKoZYpleHRuA2FlbQIxMQBicmlkETFGWko1WG9MZnNwQXFUdnZCAR4haaSeWPH03fys2wpjpMhf7palZ3GjA8MWFmYFr2eLVYdAYC-OqmFc0Ki5vA_aem_hxA_37gobPIDsGxQ4CmS9g
Documental Queridos Maestros. Apuntes sobre una falsa reforma educativa (2013), Canal Seis de Julio. Disponible en https://vimeo.com/ondemand/queridosmaestros.
Cecilia Mendoza Ventura, historiadora por parte de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y diplomada en Estudios sobre África por parte del Programa Universitario de Estudios de Asia y África (PUEAA) de la UNAM. Actualmente es maestrante en el Centro de Estudios de Asia y África (especialidad África) del Colegio de México. Entre sus intereses y líneas de investigación principales se encuentran la historia política, la historia del continente africano y los fenómenos políticos relacionados con violencia, etnicidad, nacionalismo e identidad.
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