LA IMPORTANCIA DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL DE LA LIBERACIÓN EN EL ACOMPAÑAMIENTO PSICOTERAPÉUTICO DE LA POBLACIÓN TRANS
- Andras Yareth Hernández Ramírez
- 19 may
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Conceptualizar a una persona o un grupo de personas como enfermas o anómalas es lo que conocemos como patologización, la cual es reforzada en dinámicas estructurales que señalan diferentes características personales y sociales como indeseables o inadecuadas.
Introducción
El enfoque de la Psicología Social de la Liberación puede ser, en el acompañamiento psicoterapéutico, una vía para despatologizar las vivencias y problemas psicológicos que presentan las personas trans binarias y no binarias. Es necesario realizar un análisis de la práctica clínica psicoterapéutica, pues se basa mayoritariamente en el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (actualmente DSM-V) y la Clasificación Internacional de Enfermedades (actualmente CIE-11), en vez de observar más ampliamente los contextos y dificultades estructurales y sociales de las personas. Los principios de la Psicología Social de la Liberación pueden ayudarnos a construir los cimientos para una atención psicoterapéutica centrada realmente en la persona y en sus contextos, permitiéndonos disminuir y eliminar la patologización en la práctica clínica.
¿Qué es la patologización?
Conceptualizar a una persona o un grupo de personas como enfermas o anómalas es lo que conocemos como patologización, la cual es reforzada en dinámicas estructurales que señalan diferentes características personales y sociales como indeseables o inadecuadas: determinadas características corporales, sexuales, identidades y expresiones de género, conductas, reacciones emocionales, prácticas, hábitos, gestos, la orientación sexoafectiva, la diversidad corporal/funcional o la salud mental, entre otras.
Para determinar estas características “inconvenientes” en las personas se han desarrollado manuales para su clasificación, investigación, diagnóstico y tratamiento, por ejemplo, el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM, por sus siglas en inglés) de la Asociación de Psiquiatría Americana, y la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE), de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que cada tanto se actualizan en nuevas versiones.
Sin embargo, Kennis (Kennis et al., 2019) afirma que presentan varias dificultades. Los experimentos para comprobar empíricamente los supuestos presentados en estos manuales sobre el mal funcionamiento en los neurotransmisores o neuronas, han fallado constantemente; un claro ejemplo es el de la depresión, pues hasta la fecha no se ha podido corroborar completamente que se deba específicamente a un déficit serotoninérgico u otro en algún biomarcador diferente. Por otro lado, de acuerdo a Lacasse (Lacasse, 2014), los manuales (el DSM principalmente) definen vagamente a los llamados “trastornos mentales”* porque no presentan evidencia de los marcadores biológicos de estas “enfermedades” y reflejan poca confiabilidad respecto al diagnóstico de los supuestos trastornos. En cuanto a los tratamientos de tales enfermedades, Moncrieff (Moncrieff, 2008) afirma que los medicamentos se comercializan como “remedios para solucionar el problema”. Sin embargo, estas drogas o sustancias psicoactivas no eliminan ninguna enfermedad de raíz:
Si bien pueden ayudar a las personas a sobrellevar su sufrimiento alterando el proceso de recaptación de sus neurotransmisores en el espacio sináptico, estos medicamentos tienen efectos secundarios que pueden llegar a ser mortales en circunstancias especiales y generar problemas de adicción en otros casos. (Gárate, 2022)
¿Cómo se patologiza a las personas trans?
De acuerdo con Corina Maruzza (Maruzza, 2020), se ha hecho a través de un proceso complejo, pues a partir de la década de 1950, la identificación con un género distinto al asignado al nacer fue considerada como una enfermedad por el enfoque biomédico. Sin embargo, estas vivencias, aproximadamente desde 1850, ya despertaban interés en el campo de la psiquiatría. Médicos como Krafft-Ebing, Havelock Ellis y Magnus Hirschfeld, entre otros, comenzaron a considerarlas como un “síndrome”, que posteriormente se incorporó en los manuales diagnósticos de enfermedades en la categoría de “Transexualismo”, que ha cambiado de nombre en las sucesivas ediciones.
Para comprender los problemas psicológicos necesitamos comprender que en el comportamiento humano la interacción entre un organismo y su medio hace posible que, mediante procesos de aprendizaje, dicho organismo pueda reaccionar ante nuevas situaciones o estímulos que antes no producían un cambio o efecto en sí mismo.
Como mencionaba anteriormente, estos manuales de clasificación diagnóstica son: el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM) y la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE). Actualmente se usa la quinta edición del DSM (DSM-V), en donde la denominación de aquel “síndrome” y su descripción fue llamada “disforia de género”. Por otro lado, a partir de la última modificación realizada en el año 2018 al manual de la OMS (CIE-11), todas las categorías referidas a personas trans binarias y no binarias se retiraron en 2019 del capítulo correspondiente a trastornos mentales y del comportamiento; es decir, la OMS dejó de considerar a las experiencias trans como trastornos mentales. No obstante, estas categorías pasaron a una nueva clasificación llamada “incongruencia de género”, como una condición relativa a la salud sexual y no como un trastorno, definiéndola como “una marcada y persistente incongruencia entre el género experimentado por el individuo y el sexo asignado”, lo cual implica que, a fin de cuentas, las identidades trans siguen estando inscritas dentro de un manual de patologías.
Así mismo, si la persona trans presenta para el modelo psicopatológico depresión, ansiedad o experiencias de miedo, huida, evitación u otros “problemas psicológicos” al momento de convivir con otras personas (López y Costa, 2013), representan un síntoma de una patología mental de sede y causa cerebral, mas no como un síntoma de la relación entre experiencias desagradables de vida (como la discriminación o la violencia) y su contexto.
Bases de la Psicología Social de la Liberación
El creador de la Psicología Social de la Liberación fue Ignacio Martín Baró (Valladolid, 7 de noviembre de 1942 - 16 de noviembre de 1989), psicólogo, filósofo y sacerdote jesuita español que dedicó la mayor parte de su vida a la investigación de la complicada realidad social y política de El Salvador. Fue seguidor de la Teología de la Liberación y principal referente de la Psicología Social Latinoamericana.
Él afirmaba que para comprender los problemas psicológicos necesitamos comprender que en el comportamiento humano la interacción entre un organismo y su medio** hace posible que, mediante procesos de aprendizaje, dicho organismo pueda reaccionar ante nuevas situaciones o estímulos que antes no producían un cambio o efecto en sí mismo. Mediante estos procesos, el comportamiento de una persona adquiere nuevas funciones, unas reactivas y otras operativas, las cuales permiten que se adapte o no de mejor manera al medio, de otro modo, le generan sufrimiento. Por lo tanto, para este enfoque, los problemas psicológicos, más que enfermedades, son formas de relacionarse con el mundo que afectan a una persona, pues la forma en la que piensa, siente y se comporta en sociedad se ve influenciada por las prácticas socialmente compartidas, los valores y creencias.
En consecuencia, las, los y les psicólogues no podemos ignorar la influencia que tienen los contextos históricos, culturales y sociales sobre la salud mental de las personas, mucho menos si éstos son difíciles. Es por ello que el padre de la Psicología Social de la Liberación rechazó la idea imperante de que la psicología debe ser imparcial. Así, concibió una psicología crítica que explica los problemas psicológicos en términos de interacción, circunstancias e historia personal, pero no como defectos internos orgánicos que requieren arreglo. Éste enfoque psicológico ve con otra mirada el sufrimiento y lo resignifica. Despatologizar los problemas psicológicos consiste, entonces, en no recurrir a explicaciones que sitúan el problema exclusivamente dentro de la persona de forma orgánica. Martín Baró afirmó entonces que:
La salud mental constituye una dimensión de las relaciones entre las personas y grupos más que un estado individual, aunque esa dimensión se enraíce de manera diferente en el organismo de cada uno de los individuos involucrados en esas relaciones, produciendo diversas manifestaciones (“síntomas”) y estados (“síndromes”). (Martín Baró, 1998)
Aplicación de la Psicología Social de la Liberación en el acompañamiento psicoterapéutico de las personas trans
Como hemos observado, para poder ayudar a una persona que presenta problemas psicológicos, debemos tener una mayor comprensión de su contexto en lugar de recurrir a la patologización.
En el caso de las poblaciones trans, es necesario que, como profesionales de la salud mental, estemos conscientes de las dificultades estructurales que afrontan cotidianamente, por lo cual, me gustaría compartir algunos datos.
De acuerdo con la Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la UNAM (DGDC), las identidades y las expresiones de género diferentes a la norma, a nivel mundial, son perseguidas en casi 70 países, ya que se consideran “ilegales”, y en 11 países se castigan con pena de muerte. Con respecto a México, éste ocupa a nivel internacional el segundo lugar en crímenes de odio hacia personas trans, sólo un poco por debajo de Brasil. Así mismo, de acuerdo a la Encuesta Nacional sobre Discriminación (Enadis 2022), 2 de cada 10 personas con identidades de género y orientaciones sexuales no normativas señalan que les han violentado sus derechos humanos y 6 de cada 10 personas opinan que los derechos de las personas trans no se respetan en México.
Sería de mucha ayuda para nuestres consultantes trans reforzar estos recursos, así como apoyarles a seguirlos desarrollando y crear otros que les permitan cubrir sus necesidades en su situación actual.
Lo anterior significa que, desde una perspectiva de interseccionalidad que analiza la presencia de diferentes ejes de desigualdad y sus interrelaciones específicas —como lo hace la Psicología Social de la Liberación—, la mayoría de personas trans binarias y no binarias vive expuesta en sus ámbitos públicos y privados*** a situaciones estructurales de inequidad social, resultando en la carencia de lo necesario para subsistir y en el sufrimiento de altos niveles de violencia con una mayor vulnerabilidad a la muerte prematura.
Dichas circunstancias explican en gran medida la razón por la que varias personas trans experimentan a lo largo de sus vidas diversos problemas de salud mental, como lo son la híper alerta, la reactividad, la depresión, la ansiedad, la ira, el rechazo a su corporalidad, el aislamiento y el miedo, entre otros, que no son síntomas de una causa patológica, sino las consecuencias de sus experiencias diarias, para lo cual requieren herramientas que les permitan hacerles frente.
Regresando a Martín Baró (Martín Baró, 1993), él rescató las ideas que Giovanni Jervis (Jervis, 1979) comparte para despatologizar las vivencias de las personas, afirmando que
Sería más útil y preciso decir que una persona se ha hallado y/o se halla en una situación social por la que tiene unos problemas que no es capaz de resolver y que le llevan a actuar de una manera que es reconocida por los demás como impropia.
Las enseñanzas de Baró también nos instarían, en este caso, a reconocer que los trastornos o los problemas mentales que presentan las poblaciones trans no se relacionan únicamente con la persona que los padece de manera individual, sino también con las relaciones que sostiene con las demás personas.
Desde esta perspectiva, un problema psicológico o un trastorno psíquico es un modo anormal de reaccionar frente a una situación normal; o bien, puede ser una reacción normal frente a una situación anormal. Esto sucede porque a raíz de las vivencias existen efectos inmediatos y otros que se dan a mediano y largo plazo. Por ejemplo, si se agravan las condiciones materiales de vida o el clima de inseguridad e incluso de terror la persona trans se verá orillada a no poder afrontar dichas situaciones y a no poder adaptarse a su entorno.
No es posible separar la salud mental del orden social, por lo que las formas de afrontamiento de las personas trans ante sus experiencias de vida no son una patología ni tampoco un problema
Sin embargo, en la práctica clínica, no sólo tenemos que concentrarnos en los efectos negativos de los contextos sociales y culturales de nuestres consultantes, pues en repetidas ocasiones podemos verificar que los períodos de crisis también pueden desencadenar reacciones favorables. Ante “situaciones límite”, existen personas que se dan cuenta de que han desarrollado recursos de los que no eran conscientes, o bien, de acuerdo a Baró: “se replantean su existencia de cara a un horizonte nuevo, más realista y humanizador”.
Sería de mucha ayuda para nuestres consultantes trans reforzar estos recursos, así como apoyarles a seguirlos desarrollando y crear otros que les permitan cubrir sus necesidades en su situación actual, ya que no basta con enseñarles técnicas de relajación o formas nuevas de “comunicación asertiva”.
Conclusiones
No es posible separar la salud mental del orden social, por lo que las formas de afrontamiento de las personas trans ante sus experiencias de vida no son una patología ni tampoco un problema, sino que podemos considerarlas “trayectorias vitales posibles, heterogéneas, cambiantes y fluidas” como lo afirman Coll-Planas y Missé (Coll-Planas & Missé, 2019, p. 54).
Despatologizar las vivencias trans implica, según Corina Maruzza (Sustas, et al., 2020), “afirmar el derecho a autodenominarse y a decidir sobre el propio cuerpo y la propia vida”, por lo que, como especialistas de la salud mental, debemos comprometernos a trabajar por la erradicación de la transfobia y sus efectos en nuestros consultorios.
*Para el DSM-V, un “trastorno mental” es "un síndrome caracterizado por una alteración clínicamente significativa del estado cognitivo, la regulación emocional o el comportamiento de un individuo, que refleja una disfunción de los procesos psicológicos, biológicos o del desarrollo que subyacen en su función mental”.
** El medio se refiere a todo lo que rodea, dentro o fuera del cuerpo de una persona. Así mismo, está constituido de estímulos que tienen la capacidad de provocar respuestas diversas en el cuerpo.
*** Ámbitos médico, educativo, laboral, estructural, institucional, jurídico-administrativo, social, familiar, entre otros.
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Andras Yareth Hernández Ramírez es licenciade por la facultad de psicología de la UNAM, fundadore y coordinadore del Colectivo Resistencia No Binarix para personas no binarias, y de Emociones Cuánticas, un espacio para el cuidado de la salud mental y la formación educativa desde un enfoque no patologizante e interseccional.
El presente texto es una adaptación de uno anterior realizado en las Jornadas Internacionales de la Salud Trans, llevadas a cabo por Transsalud el 11 y 12 de julio del presente año de manera virtual.
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