IZQUIERDAS MEXICANAS EN EL SIGLO XXI: ENTREVISTA AL SME
- Filos Crítica

- 8 sept
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Actualizado: 11 sept

SME, Collage. E. (2024)
Es una organización sindical que nace en 1914 y que fue despojada de su trabajo el 10 de octubre de 2009, al declararse la extinción de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro. Su objetivo principal es recuperar su materia de trabajo. Uno de sus mayores logros es seguir existiendo ante el intento de exterminio, así como el haber recuperado algunas instalaciones, salarios e indemnizaciones para sus agremiados.
Fragmento de entrevista realizada el 8 de abril del 2017 en las instalaciones del SME en la Ciudad de México a José Humberto Montes de Oca (JHMO) Secretario del Exterior y José Manuel Pérez Vázquez (JMPV) trabajador de base.
El Sindicato no sólo lleva a cabo luchas reivindicativas, sino que, en más de una ocasión, llevó a cabo luchas de carácter eminentemente políticas.
Por lo general, las organizaciones se caracterizan a sí mismas para definirse e identificarse con sus integrantes y simpatizantes; en ese sentido, ¿qué es el Sindicato Mexicano de Electricistas?
José Manuel Pérez Vázquez (JMPV): Desde el punto de vista formal, el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) es una organización de trabajadores que se agrupan con la intención de hallar la mejor posibilidad de vender su fuerza de trabajo; es decir, conquistar mejores condiciones de vida y laborales para sus agremiados.
Esto se puede concretar en el caso mexicano a través de la firma de contratos colectivos de trabajo. Desde su surgimiento, el SME pugnó por que se pudieran llevar acuerdos bilaterales entre el Sindicato y la empresa, en ese tiempo extranjera. Éste es el propósito.
Desde luego, el Sindicato no sólo lleva a cabo luchas reivindicativas, sino que, en más de una ocasión, llevó a cabo luchas de carácter eminentemente políticas. Todo ello forma parte de un proceso histórico de los más de cien años que tiene nuestra organización.
Muchos procesos organizativos que les han antecedido y han impactado en la sociedad suelen dejar un conjunto de enseñanzas, a manera de legado, a las nuevas generaciones de luchadores sociales. De acuerdo con ello, ¿cuáles son las enseñanzas que retoman de movimientos pasados?
José Humberto Montes de Oca (JHMO): La nuestra es una larga historia. Nos fundamos en el contexto de la Revolución mexicana y una de las grandes enseñanzas de ese momento fue la autonomía de clase. Nosotros fuimos parte del origen de la Casa del Obrero Mundial (COM), pero el SME salió de ella cuando ésta decidió apoyar al carrancismo en la integración de los batallones rojos para combatir a los ejércitos de Zapata y Villa. El SME no estaba de acuerdo y salió de ahí. Ésa fue una ruptura muy importante, porque a partir de entonces el Sindicato siempre ha reivindicado su autonomía de clase respecto a los gobiernos. No siempre ha sido así. También ha habido periodos en donde algún secretario general tiene acercamientos con el gobierno y se distancia de la línea autónoma de la organización, pero podemos decir que, a lo largo de la historia, la línea predominante ha sido autónoma. Ésa es una de las grandes lecciones de la fundación de nuestra organización y que hoy está presente en nuestra lucha de resistencia.
El tema de la titularidad en la materia de trabajo es algo que siempre se nos cuestionó: nosotros no teníamos tercerizado nada en Luz y Fuerza del Centro; todo lo hacían los trabajadores contratados del SME.
El otro tema importante es la defensa de los intereses de la clase trabajadora. El lema de nuestra organización es “Por el derecho y la justicia del trabajador”. Esto es esencial, porque hablamos de una organización sindical consecuente con la lucha por las mejoras en las condiciones de trabajo; la prueba de ello está en la existencia de un contrato colectivo que personifica una afrenta para el capital, de ahí la intención de los neoliberales de acabar con el contrato colectivo de trabajo del SME; este contrato fue catalogado en América Latina como uno de los principales logros de la clase trabajadora a nivel mundial.
Cuando cancelan el contrato colectivo, también están dando la pauta para avanzar en la reforma laboral. Hoy, la contratación colectiva es el enemigo a vencer en el marco de la implantación del modelo neoliberal, pues buscan acabar con los contratos colectivos, tercerizar la materia de trabajo, implantar formas de contratación individual a la baja, instituir el outsourcing y normalizar la precarización del trabajo.
Nuestro contrato colectivo era todo lo contrario a la precarización; era una ganancia de terreno en cuestiones fundamentales frente al capital; por ejemplo, el contrato tenía el tema de la bilateralidad para la toma de decisiones en la empresa Luz y Fuerza del Centro. El tema de la titularidad en la materia de trabajo es algo que siempre se nos cuestionó: nosotros no teníamos tercerizado nada en Luz y Fuerza del Centro; todo lo hacían los trabajadores contratados del SME. Éste es otro de los aspectos que hay que resaltar de nuestra historia: la consecuente lucha por la defensa de los intereses de los trabajadores.
De las formas de lucha, históricamente la huelga ha sido muy importante. Convocamos, en 1916, a la única huelga general que ha habido en nuestro país; ésta fue reprimida por el carrancismo, lo que significó la condena a muerte de nuestro dirigente, Ernesto Velasco, quien pudo salir libre gracias a la movilización. Por otro lado, la huelga de 1936 también fue fundamental; en ella se consolidó la contratación colectiva y significó la plataforma para el posterior crecimiento de nuestras prerrogativas, nuestros derechos y nuestros alcances económicos.
Otro de los aspectos resaltables de nuestra historia es la búsqueda de la unidad proletaria. En el 16 fue la Federación Obrera del Distrito Federal quien convocó la huelga; nosotros fuimos parte de ese esfuerzo organizativo. En 1936, ante la embestida del callismo en contra del cardenismo, el Sindicato convocó al Comité Nacional de Defensa Proletaria, que es el antecedente a la Asamblea Nacional del Proletariado, donde se fundó la CTM (Confederación de Trabajadores de México). En cuanto el Sindicato vio que la CTM, con Lombardo Toledano al frente, iba hacia una conciliación con el propio cardenismo, el Sindicato salió de ésta en 1937, después de la huelga. De tal modo que ahí también reivindicamos la independencia de clase con respecto al gobierno. En otras épocas, con ciertos secretarios generales, el Sindicato estuvo más cercano a algunas instancias del gobierno; tal fue el caso del Congreso del Trabajo con Jorge Sánchez. Posteriormente se recuperó el Sindicato hacia una conducción más a la izquierda y expulsamos a Jorge Sánchez por haber puesto en riesgo la autonomía de nuestra organización.

LUZ Y LUCHA, Collage, E. (2025)
Otro de los temas que destacan en nuestra historia es la lucha por la soberanía energética. Nuestra organización peleó permanentemente por que el servicio público de energía eléctrica alcanzara a beneficiar a todos los mexicanos, que no estuviera en manos extranjeras, y en 1960 jugó un papel muy importante para la nacionalización de la industria eléctrica. La lucha de resistencia en contra de la privatización era la lucha por la defensa de la soberanía energética en nuestro país.
Otro aspecto muy conocido y destacado es la solidaridad del Sindicato. A lo largo de toda su historia, el Sindicato siempre ha sido muy solidario con las luchas populares nacionales e internacionales, pues siempre hubo respaldo para todas las revoluciones de América Latina: Nicaragua, El Salvador, Guatemala y el pueblo cubano con su proyecto socialista. También tenemos una solidaridad permanente con las luchas populares.
Aun estando en el periodo especial, perseguidos, sin dinero, en una situación muy precaria de los trabajadores, fuimos muy solidarios con luchas importantes de este tiempo, como la lucha magisterial; la lucha de los pueblos indígenas por la defensa de su territorio, del agua, de sus bienes comunes; por la libertad de los presos políticos; luchamos por la libertad de Nestora Salgado, del profesor Alberto Patishtán, e hicimos una caravana con los yaquis por la libertad del compañero Mario Luna.
Pese a todas las dificultades que hemos tenido durante este proceso, hemos sido muy solidarios con los procesos de América Latina. Por ejemplo, con la Revolución bolivariana de Venezuela, pues somos parte de la Coordinadora Mexicana de Solidaridad con Venezuela, y hemos jugado un papel muy activo en la solidaridad con las luchas de resistencia en contra del neoliberalismo. Otra de las cuestiones que nos destacan es el internacionalismo proletario, que es una de las cuestiones que nos ha llevado a buscar una articulación internacional para enfrentar esta fase del capital, el neoliberalismo.
Uno de los aspectos poco tratados en las organizaciones es la vida diaria, pero es en ella en donde muchas veces se consolida o se detiene el proceso organizativo. De acuerdo con esto, ¿cuáles son los problemas internos más recurrentes a los que se enfrentan y cuáles las soluciones que implementan?
JHMO: Antes de la extinción, la lucha cotidiana era por el respeto al contrato colectivo de trabajo dentro de un marco de desmantelamiento de las empresas públicas, la falta de inversión y la descapitalización que llevaba a perjudicar el servicio público de energía eléctrica. En los centros de trabajo había carencias de materiales, de equipo, herramientas, vehículos, y, sin embargo, el trabajador, sobre todo el grupo operativo, buscaba soluciones a diario para la continuidad del servicio. Ésta fue una de las constantes en todo el periodo anterior a la extinción; o sea, la defensa de la industria eléctrica comenzaba por que el servicio se mantuviera permanente.
Nosotros teníamos en el contrato colectivo, como materia de trabajo exclusiva del sindicado, nuestras propias fábricas y talleres, y además contábamos con un área de construcción y telecomunicaciones.
Por su parte, las violaciones al contrato colectivo y la misma descapitalización de la empresa llevaban a la precarización de las condiciones de trabajo y del equipo de seguridad, por lo que el Sindicato chocaba constantemente con la administración de Luz y Fuerza del Centro. Eso era respecto a la contratación colectiva, pero los conflictos se extendían a temas de seguridad e higiene; prerrogativas económicas; temas de la bilateralidad en la toma de decisiones entre la empresa y el Sindicato, y en la defensa de materia de trabajo, porque ellos siempre buscaron tercerizarlo.

FRAGMENTOSDELUCHA, Collage, E. (2025)
Para dejarlo claro: en Comisión Federal de Electricidad solamente existen áreas sustantivas de producción; es decir, para generar, transmitir, distribuir y comercializar. No hay más. En cambio, Luz y Fuerza tenía áreas y departamentos de apoyo a los servicios. Nosotros teníamos en el contrato colectivo, como materia de trabajo exclusiva del sindicado, nuestras propias fábricas y talleres, y además contábamos con un área de construcción y telecomunicaciones. De tal modo que la lucha contra la tercerización se dio desde antes. Por ejemplo, digamos que se descompuso una camioneta y la querían mandar a reparar al taller mecánico de un tercero, cuando nosotros teníamos talleres automotrices. Así pues, siempre estábamos con la amenaza de que llegaran terceros.
Después de la apertura del sector, con Carlos Salinas de Gortari, empresas privadas y extranjeras nos disputaban materia de trabajo, y nosotros tomábamos medidas contra ello, como hacer paros, vigilar nuestras instalaciones y expulsar a los contratistas de nuestra zona. Esos eran aspectos cotidianos de lucha para defender el contrato colectivo de trabajo.
JMPV: Otro ejemplo además del de los vehículos: nosotros teníamos otro tipo de equipos, como los transformadores. Los administradores de Luz y Fuerza, como ahora lo hace Comisión Federal, querían dar el trabajo de reparación de los transformadores a empresas que ellos mismos crearon. Obviamente, es una materia de trabajo que enriquece a la gente. En nuestro caso, no lo permitíamos porque teníamos en la calle de Salónica un taller mecánico en el que se reparaban los transformadores. Esto abatía los costos de gastos de la empresa e impedía el enriquecimiento de funcionarios; por eso nos combatían tanto.
Para que una organización permanezca y se desarrolle, es necesario implementar acciones, valerse de algunos instrumentos jurídicos o políticos; generar recursos materiales o económicos y definir cómo y en qué momento hacer uso de ellos. De acuerdo con esto, ¿cuáles son sus tácticas y estrategias de acción?
JHMO: En el periodo previo a la extinción de Luz y Fuerza, nuestra organización adoptó las tácticas y estrategias del movimiento sindical: la huelga, el paro parcial, las marchas, los mítines y, ocasionalmente, los plantones. En la etapa de resistencia en contra del decreto de extinción, de la lucha por el patrón sustituto y por una salida política negociada al conflicto, utilizamos otras formas, como los plantones indefinidos y la toma de plazas públicas; tal fue el caso de los seis meses que estuvimos en el Zócalo de la Ciudad de México. Asimismo, recurrimos a la huelga de hambre, los bloqueos de carreteras, la toma de edificios públicos, además del cierre de calles y avenidas. Con esto, adoptamos formas más propias de la resistencia civil y pacífica, así como de desobediencia. Esto nos costó una campaña de criminalización (como la que hoy tienen los maestros de la Coordinadora), en la que el enemigo público era el SME. Fue una campaña mediática millonaria que pagó el gobierno para criminalizar la lucha de resistencia del SME.
Nosotros fuimos ajustando nuestra táctica a los momentos de ascenso y descenso del movimiento, porque no hay un movimiento social que se detenga en una sola tendencia, o en una perspectiva ascendente, continua y eterna. No, eso no existe. En todo movimiento social hay contradicciones, hay situaciones que impactan en su consistencia, en su estado de ánimo y en su capacidad de respuesta ante situaciones adversas. De manera que nuestra organización adoptó distintas formas y por todas las vías buscó echar abajo el decreto de extinción.
Primero lo hicimos por la vía jurídica y por la lucha de masas; nosotros ubicamos un periodo de ascenso en la lucha, que va desde el decreto de extinción hasta la convocatoria de la huelga política nacional del 16 de marzo de 2010. En ese momento todavía no había tantos liquidados, porque a finales de 2009 y principios de 2010 es cuando se fueron 22 mil de los 28 mil compañeros. Después sí comienza a notarse que ya no es la misma cantidad de compañeros que asiste a las convocatorias, y que tampoco hay la misma respuesta de solidaridad, porque el golpe se asesta en un momento en el que el movimiento social en México estaba desarticulado, estaba en reflujo.
En ese contexto hicimos la convocatoria al paro cívico el 11 de noviembre; después vino la toma simbólica de la Ciudad de México, el 4 de diciembre de 2009, que consistió en cinco marchas concéntricas que concluyeron en el Monumento a la Revolución. Fue una jornada muy importante. Posteriormente, convocamos a la huelga política nacional del 16 de marzo de 2010, en donde nosotros vemos que está el punto de inflexión pues bajó la afluencia y la solidaridad. En esa huelga política nacional, los compañeros telefonistas hicieron un paro
de medio turno; participaron también los compañeros de la sección 18 de la Coordinadora, y vino una comisión muy grande a la movilización en el centro de la ciudad, pero ese momento refleja el grado de desarticulación y de desorganización de la clase trabajadora.
El Sindicato entendió o comprobó que, sin la lucha política, los trabajadores estamos atados de manos, que la lucha gremial por sí sola no es suficiente, que es necesaria la articulación si acaso queremos modificar sustancialmente las condiciones de vida y de trabajo.
El sindicato charro, el SUTERM (Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana), funcionó como esquirol en nuestra zona de atención: mientras nosotros resistíamos, ellos se metieron a hacer nuestros trabajos para mantener el servicio, y con todo y eso nos acusaron de sabotaje, que es una de las acusaciones más fuertes. Cuando convocamos a la huelga política nacional, traíamos ya cientos de averiguaciones previas y órdenes de aprehensión para varios miembros de la dirección del Sindicato que estaban a punto de ser liberadas.
En ese momento vino un cambio porque era una situación insostenible. Dimos el giro hacia la resistencia civil y pacífica con la convocatoria a la huelga masiva en el Zócalo de la Ciudad de México: más de 80 compañeros se pusieron en huelga. El compañero Cayetano Cabrera Esteva fue quién más duró durante tres meses, ¡noventa días! Así pues, hemos combinado las formas tradicionales del movimiento obrero sindical con formas de acción de la resistencia y desobediencia civil.
JMPV: Si ustedes pudieran documentar estos siete años, verían que hemos sido la organización que más se ha movilizado en la Ciudad de México. Durante la huelga de hambre hubo días en los que llegamos a hacer hasta dos marchas, incluso las hicimos a las dos de la mañana, ante el acoso de los militares. A propósito de la huelga, no tenemos noticia de otra manifestación de este tipo que contara con tantas personas como la nuestra.
El Sindicato entendió o comprobó que, sin la lucha política, los trabajadores estamos atados de manos, que la lucha gremial por sí sola no es suficiente, que es necesaria la articulación si acaso queremos modificar sustancialmente las condiciones de vida y de trabajo; no sólo las nuestras, sino también las de todos los trabajadores mexicanos. Todo esto tiene que ver con el cambio de régimen político y económico: mientras eso no cambie, las cosas van a seguir empeorando.
Después de cada momento importante por lo general se hacen balances de lo que se gana o se pierde, lo que permite proyectar escenarios que se enfrentarán en el futuro. En este sentido, ¿qué han ganado o perdido a lo largo de su lucha?
JHMO: En principio, hemos logrado que el sindicado perdurara, pues el objetivo estratégico del gobierno era acabar con el SME y no lo logró. Desde ese punto de vista, sí alcanzamos una victoria política con la movilización y la negociación: el Sindicato sigue existiendo, conserva su registro nacional de industria, puede contratar en cualquier parte del país y mantiene su proyecto histórico de ser una organización de clase, de resistencia contra el capital. ¿Qué perdimos? Perdimos el contrato colectivo de trabajo, la membresía de 28 mil compañeros que se liquidaron y perdimos nuestra fuente de trabajo, Luz y Fuerza del Centro.
¿Cuál es la expectativa a futuro? Con la negociación-movilización, logramos recuperar parte de lo despojado: las plantas hidroeléctricas, fábricas y talleres de Luz y Fuerza, que nos son sustantivos para la prestación del servicio. Conseguimos una indemnización que no tuvieron quienes se liquidaron en 2009-2010; nosotros obtuvimos la condonación de los préstamos individuales a corto plazo, que se sacaban a cuenta de la liquidación, así como de nuestros créditos de programa habitacional: las casas ya son nuestras y estamos en un proceso de escrituración.
Logramos la indemnización al 100 % del contrato colectivo y un crédito fiscal: el gobierno puso una cantidad mayor para que no pagáramos el Impuesto Sobre la Renta en el monto total de la liquidación y ahorita estamos haciendo nuestra declaración para recuperar parte de los impuestos. También conseguimos una infraestructura suficiente como para poder iniciar un proceso de reinserción de los compañeros en resistencia, mediante la constitución de una cooperativa que hoy llamamos LF del Centro, que casi es idéntica a Luz y Fuerza del Centro.
Tenemos acuerdos pendientes con el Gobierno Federal, pues no nos ha entregado todos los talleres y fábricas. Por otro lado, las plantas hidroeléctricas que estaban abandonadas por Comisión Federal, las rehabilitamos y potenciamos con un capital portugués y ya estamos generando electricidad en todo el sistema hidroeléctrico en Necaxa, Lerma y en la Alameda, que es una hidroeléctrica pequeña entre Morelos y el Estado de México. Como decisión política, cedimos 51% de las acciones al capital para que pudiéramos tener un contrato colectivo con ellos. No es el mismo que tenía Luz y Fuerza del Centro, obviamente, pero sí nos da el piso para poder avanzar en la contratación colectiva, dentro del contexto neoliberal y de privatización de la industria. Por esa vía queremos avanzar en la expansión sindical. Antes estábamos limitados a operar en la zona centro; hoy, después del golpe y al haber conservado nuestro registro de sindicato nacional de industria, podemos ir a todas partes.
Además de lo anterior, contamos con la cooperativa LF del Centro, en la que vamos a implementar un proyecto de autogestión obrera ligada a la economía solidaria. Tiene que ser una empresa rentable: estamos en una economía de mercado. Algunos dicen que estamos legitimando la reforma, sin embargo, cuando se aprobó, se convocó a un cerco y los convocantes no llegaron o se “enfermaron” y el Sindicato estuvo mayoritariamente haciendo el cerco. En este contexto tenemos que buscar dentro de ese contexto la reinserción laboral, sin dejar de luchar por la renacionalización de la industria eléctrica. Para nosotros la renacionalización ya no es regresársela al capitalismo del Estado para que su gobierno y sus partidos políticos la conviertan en su caja chica, como ha sido siempre Pemex y la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
Nosotros estamos planteando otro tipo de renacionalización, como una gestión social en donde los trabajadores, los usuarios del servicio y los técnicos profesionistas del sector, junto con el gobierno, puedan hacer una gestión diferente, para garantizar el derecho humano a la energía, que es una de las banderas que nosotros hemos reivindicado, pues somos parte de una asociación internacional llamada DAE, Derecho a la Energía.

LUCHA, Collage, E. (2025)
Sobre lo que ganamos, agregaría la construcción del nuevo sujeto electricista, más politizado, con una conciencia de clase más firme, más desarrollada y con una intención de participación en la transformación del país. Nuestros compañeros sí entienden la necesidad de regresar a trabajar, de conservar al sindicato, pero van más allá.
A continuación, y para terminar esta entrevista, enumeramos una serie de temas que consideramos deben ser tomados en cuenta por las fuerzas políticas y sociales, organizaciones e intelectuales que luchan por un mejor país: la corrupción, la unidad de los procesos organizativos, la transformación vía reformista o revolucionaria, la toma del poder por la vía institucional o la organización autónoma, el uso de la violencia o el pacifismo y la falta de justicia en las instituciones que deben ejercerla. ¿Cuál o cuáles de estos temas les gustaría abordar? ¿Propondrían alguno más?
JHMO: Todas ellas son polémicas, dentro del campo popular, acerca de cómo lograr los objetivos. Cuando hablamos de ruptura, estamos hablando de un rompimiento con el régimen, y éste es en todos los frentes. Algunos piensan que la violencia revolucionaria es confrontar de forma directa al Estado y sus aparatos de seguridad, y que, una vez derrotados, sigue lo político. Yo pienso al revés: creo que la violencia, en todo caso, es la consecuencia de la lucha política por otros medios, como dicen los clásicos. De manera que lo primero es desarrollar una lucha política en todos los frentes, y que esto conlleve a generar alternativas económicas para la subsistencia de las comunidades, de los pueblos y de las ciudades; asimismo, crear alternativas culturales, pues en otros tiempos había movimientos contraculturales muy fuertes que acompañaban los procesos de cambio, y hoy estamos en una crisis de intelectuales y artistas por el cambio, porque hay muy baja participación de estos sectores, aunque también se cuenta con destacadas participaciones.
Nosotros debemos preocuparnos esencialmente por el hoy: crear espacios, crear mecanismos que nos permitan construir formas de poder no sólo real y formal, sino cultural.
Tenemos que aprender de la historia porque no poseemos una fórmula mágica para decir que será de esta forma, a tal fecha y a tal hora. Debemos buscar cómo descarrilar el sistema de dominación. Ese es el gran reto, porque mientras no generemos una contracultura, formas innovadoras de economía solidaria y justa, o un cambio en la forma de pensar de las organizaciones sociales, no será posible el cambio. Esto no implica tanto lo organizativo, porque a veces ese es el problema: queremos articular la unidad e inmediatamente se plantea que todos tenemos que formar un frente, un partido, por lo que esos procesos se abortan.
Así que creo que primero hay que dar unidad a la acción en la resistencia, generar formas de construcción del poder desde abajo y, entonces, encaminarnos hacia una lucha política. Si eso da después para articular formalmente un tipo de organización, pues qué bueno, pero si lo ponemos al principio, es muy difícil que la organización se convierta en el centro, y menos aún si se trata de plataformas gremiales o territoriales. De manera que debemos buscar más allá de eso, y la vía es la lucha política.
JMPV: Nosotros debemos preocuparnos esencialmente por el hoy: crear espacios, crear mecanismos que nos permitan construir formas de poder no sólo real y formal, sino cultural. Es de lo que hablaba antes: ¿de qué podemos sentirnos orgullosos los trabajadores, los mexicanos?, ¿qué identifica al chiapaneco con el chihuahuense; al sonorense con el veracruzano? O sea, tenemos que construir espacios que nos permitan recobrar cierta identidad, primero de clase y después nacional, porque nuestra identidad está completamente diseminada, y una organización tiene que hacer esfuerzos por lograr dicha recuperación. Si en ese aspecto no se hace nada, entonces nada cambia, por lo que discutir si la lucha debe ser pacífica o violenta se vuelve una pérdida miserable de tiempo.
¿Qué va a suceder con una nueva sociedad? Eso quizá ya lo discutirán los jóvenes, otras generaciones. Por lo pronto, hoy tenemos que voltear a ver cómo combatir desde los distintos puntos de vista: desde lo económico, lo político, lo ideológico y lo cultural. ¿Cómo construiremos identidades entre todos? Pues compartiendo cosas, es decir, que vayamos entrelazando las realidades distintas que nos hagan cuestionar el poder de arriba; porque si cada quien lo hace por su parte, estará canijo.
El Centro de Documentación y Difusión de Filosofía Crítica o Filos Crítica es una organización marxista, política y académica compuesta por jóvenes de diversos espacios universitarios.
El presente fragmento de entrevista forma parte del libro Las Izquierdas Mexicanas desde los movimientos sociales en el siglo XXI (problemas y perspectivas) coordinado por Luis Axel Olivares Islas y Beatriz C. Hernández Román y publicado en el año 2019 por el Centro de Documentación y Difusión de Filosofía Crítica (CDyDFC), con el auspicio del Laboratorio de Análisis de las Organizaciones y los Movimientos Sociales (LAOMS), el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) y la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la UNAM.
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