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GEOGRAFÍAS FEMINISTAS

  • Foto del escritor: Angélica Lucía Damián Bernal
    Angélica Lucía Damián Bernal
  • 20 may
  • 8 Min. de lectura

Pronunciamientos para que los espacios cambien


GEOGRAFÍAS FEMINISTAS. Collage. E. (2024)





El cuerpo es nuestro espacio, es el territorio que defendemos, requiere del cuidado y del respeto social, le pertenece a cada mujer, pero, las relaciones de poder patriarcal-capitalista y capacitista pretenden controlar y vulnerar la integridad física, sexual y reproductiva.




Introducción


El presente texto parte de la Geografía feminista que reconoce que el espacio está permeado por múltiples relaciones de poder, una de éstas es el patriarcado que afecta a las mujeres por su condición de género. La geografía feminista ha cuestionado que los espacios son desiguales y por tanto no son neutrales; pueden ser inaccesibles si en éstos hay barreras sociales que por la falta de infraestructura dificultan la movilidad de las personas con discapacidad, por el capacitismo* que les ignora, niega y subestima; o si los espacios son inseguros y atentan contra su integridad física, sexual, psicológica, económica y su vida misma; o si se privatizan y dejan de ser públicos y despojan a quienes formaban parte de éstos, como son “las mujeres indígenas, afrodescendientes y campesinas” (Ulloa, 2023). Ante ello, surgen movimientos feministas que se pronuncian para cambiar la forma en cómo las mujeres vivimos, para dar propuestas de cambio, de defensa y de vinculación desde otras lógicas para transformar los espacios, con base en el respeto, el reconocimiento y la dignidad, ya que el espacio es producción social y como tal, desde la acción social puede transformarse, defenderse, vivirse y disfrutarse.


Pronunciamientos


La geografía feminista sitúa alguna problemática social para detectarla espacial y temporalmente, se pregunta quiénes la viven, dónde, cuándo y por qué ocurren. El quiénes corresponde a las mujeres que son afectadas principalmente por las estructuras de poder patriarcal que afectan y recaen en el cuerpo. El cuerpo es nuestro espacio, es el territorio que defendemos, requiere del cuidado y del respeto social, le pertenece a cada mujer, pero, las relaciones de poder patriarcal-capitalista y capacitista pretenden controlar y vulnerar la integridad física, sexual y reproductiva del cuerpo. De ahí la importancia de los pronunciamientos a favor de la defensa del cuerpo ante las múltiples violencias, con base en marcos jurídicos y con acciones colectivas de cuidado, expresiones artísticas y muestras de sororidad (entendida como la hermandad entre mujeres), solidaridad y complicidad, que son fundamentales para dejar de sostener a los sistemas de poder patriarcal que ocasionan la rivalidad entre las mujeres, el sexismo, e individualismo.


El dónde corresponde a lo espacial, para su delimitación se puede recurrir a la escala geográfica como una herramienta que permite situar y articular los hechos; por ejemplo, el cuerpo, la casa, la calle, la escuela, el pueblo, la ciudad, la entidad, el país para cuestionar cómo vivimos e interactuamos y el porqué de ello. Con respecto a la casa, los estudios geográficos feministas también reconocen lo que ocurre en ésta, dichos estudios se preguntan en quién recae principalmente el trabajo reproductivo-productivo, de cuidados que sostienen la vida, de apapacho cuando alguien enferma o está triste; si el trabajo es compartido o sólo recae en las mujeres por mandatos de género o en una sola persona, en consecuencia, su descanso es reducido y el tiempo libre y recreación se limitan o son esporádicos, lo cual estará en función de la clase social, escolaridad, si se tiene o no hijos, hijas o hijes.




Las geógrafas feministas hemos hecho mapas desde hace décadas para denunciar las injusticias vividas, así como para dar seguimiento a los procesos de cambio que responden a la denuncia y al cumplimiento de las propuestas para transformar las condiciones de vida.



Con base en lo anterior, a la geografía feminista le importan las vivencias de las mujeres en el espacio doméstico y las dinámicas familiares. Por citar un ejemplo, lo que ocurrió en las casas durante la pandemia por el COVID 19 fue clave para identificar las desigualdades sociales, las violencias y las exclusiones, que si se analizan por edad, género y discapacidad podríamos señalar que los espacios se viven y se sienten de manera distinta, en función de la clase social, el origen étnico, la edad y orientación sexual, pues son componentes de dichas dinámicas.


Por su parte, las relaciones de poder también atraviesan los espacios públicos como la escuela, la calle, los parques, etc., de modo que afectan la movilidad y/o el libre tránsito cuando se niega el acceso a alguna persona con discapacidad, lo que significa discriminación. Por ello, tendríamos que cuestionar y criticar a qué responden las ideologías de rechazo y de violencia en su contra, pues dichas acciones y actitudes fortalecen al sistema patriarcal, capacitista y capitalista. Desde el feminismo se presiona para modificar y actúa a favor de la transformación de los espacios en donde haya interacción social, disfrute y justicia.   


Los mapas como metodologías feministas y pronunciamientos a favor de la justicia


Las geógrafas feministas hemos hecho mapas desde hace décadas para denunciar las injusticias vividas, así como para dar seguimiento a los procesos de cambio que responden a la denuncia y al cumplimiento de las propuestas para transformar las condiciones de vida y por lo tanto, de los espacios. La elaboración de mapas forma parte de las metodologías geográficas, es una herramienta para situar y nombrar problemáticas que nos afectan en la vida cotidiana. Los mapas son representaciones de la manifestación espacial y temporal de la desigualdad, discriminación y son pronunciamientos a favor de la justicia.


Los mapas pueden ser a escala corporal, municipal, estatal y nacional. Los primeros pueden representar las emociones, sentimientos de las experiencias vividas que se vinculan con distintos espacios. Respecto a la escala local y municipal también en éstos se puede expresar la movilidad o inmovilidad y la vida cotidiana. Los mapas a escala estatal ayudan a identificar municipios que se caracterizan por alguna problemática o peculiaridad. En la escala nacional se pueden encontrar coincidencias en las situaciones de vida o diferencias. Por ejemplo, cuando mapeamos la violencia en contra de las mujeres se identifican focos rojos en las entidades y municipios en los que es urgente trabajar para frenar la violencia y garantizar que haya acceso a la justicia.


Una de las primeras series de mapas que realizamos como geógrafas feministas fueron la representación de los casos de feminicidio en Ciudad Juárez, Chihuahua, de 1993 a 2006, los cuales formaron parte del trabajo como asesora e investigadora en la Comisión Especial de Feminicidio de Marcela Lagarde en la 59 Legislatura 2003-2006 en la Cámara de Diputados (véase el Atlas y mapas de las publicaciones de la violencia feminicida en México, 2006). Los mapas de Ciudad Juárez desmitificaron que las víctimas de feminicidio sólo respondieron a un perfil, patrón y que sus cuerpos aparecían exclusivamente en el desierto.




El sistema patriarcal atenta contra el cuerpo y la vida de las mujeres por el simple hecho de serlo.



Respecto a la escala estatal y nacional, en materia de violencia contra las mujeres, también hicimos mapas del país con el objetivo de contribuir a visibilizar el problema de la violencia contra las mujeres para posicionarla como un problema público que tendría que atraer el Estado y atenderse con perspectiva de género y la sociedad en conjunto.


Al realizarse la primera investigación diagnóstica sobre la violencia feminicida en México, los hallazgos respaldaron la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia vigente en México desde el 2007, fruto del trabajo de las Legisladoras feministas y Asesoras. Dicha ley, por ser general, permite que cada entidad federativa tenga su propia ley y se dé la articulación entre los municipios, entidades y federación para implementar acciones y políticas para la atención de la violencia contra las mujeres.


Los marcos jurídicos de los derechos humanos de las mujeres forman parte de los procesos de exigencia de justicia de los movimientos sociales feministas. Por ejemplo, que las mujeres sean consideradas sujetas de derecho y no sinónimo de familia, en el caso de la violencia hay que situar que se atenta en contra de ellas más allá de lo familiar, o por la presencia del narcotráfico, por tanto, la elaboración de mapas identifica que la violencia puede ocurrir en espacios públicos como son los medios de transporte, comunicación y espacios laborales, parques, etc. Ya que el sistema patriarcal atenta contra el cuerpo y la vida de las mujeres por el simple hecho de serlo.


El feminismo como movimiento político y académico ha denunciado las desigualdades y la falta de acceso a derechos que las mujeres hemos vivido en distintas épocas y espacios. Naturalmente, ante ello, como parte de la reacción patriarcal hay desprestigio de las feministas, prejuicios, negación de sus aportes e incluso apropiación de sus saberes, lo cual es sinónimo del androcentrismo, del rivalismo y del miedo a perder sus privilegios.


Conclusiones


El presente texto partió de la geografía feminista que entiende que el espacio es producción social, posiciona que no es neutral, y se vive de manera desigual porque el espacio está permeado por las relaciones de poder que impactan en la escala corporal y son adyacentes a la condición de género, discapacidad, salud, orientación sexual y clase social, factores que deben considerarse en los análisis espaciales, pues tales identifican las situaciones, especificidades y las estructuras que están presentes en las condiciones de vida de las mujeres.


A la geografía feminista le interesa nombrar qué vivimos, cuándo, dónde y por qué. Partimos de que el espacio es cambiante, dinámico y que si se interviene a tiempo éste puede respaldar a las mujeres a favor de su autonomía y prevenir las violencias. La Geografía feminista tampoco separa al espacio público del privado ni viceversa, porque al hacerlo los espacios se fragmentan y se consideran opuestos, pero en realidad están articulados, ambos dependen de cada uno, no se pueden explicar por separado y ninguno es más importante que otro.


La geografía feminista identifica el contexto político que explica las dinámicas de exclusión, o inclusión, ya que son las relaciones de poder las que controlan el acceso a los derechos, éstas definen quién sí forma parte o no de los espacios, quién queda fuera de las dinámicas sociales, de participación, de decisión, y en consecuencia, se manifiestan espacios de exclusión y segregación. Las condiciones sociales y los factores económicos consecuencia del sistema capitalista afectan la calidad de vida y repercute en los cuerpos.


Con base en lo anterior, para cambiar los espacios se debe trabajar en todas partes. La postura política es cuestionar la realidad para cambiarla, identificar los espacios de riesgos para nombrarlos, señalarlos y colectivamente cuidarnos, por ello, hay que sumarse y no dividir, respetar, reconocer y recordar que los espacios cambian. El trabajo de concientización debe ser a favor de la deconstrucción de aquellas estructuras de poder patriarcal para simultáneamente construir en lo cotidiano y apostar que otros mundos son posibles y habitarlos.




* El capacitismo se puede entender como la devaluación de las personas con discapacidad. Fiona Campabell lo define como una red de creencias, procesos y prácticas que producen una clase particular de sujeto y de cuerpo que proyecta normativamente como lo perfecto y típico de la especie y, por lo tanto, como lo que es esencial y plenamente humano. (Toboso, 2021)




BIBLIOGRAFÍA


  • Toboso, M. (2021). “Afrontando el capacitismo desde la diversidad funcional”. Dilemata, (36), 69-85. España.

  • Ulloa, A. (2023). Mujeres defensoras de la vida y territorio en América Latina. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.




Angélica Lucía Damián Bernal es doctora, maestra y licenciada en Geografía por la UNAM. Madre de un niño de siete años. Integrante de SNI 1. Investigadora por México del CONAHCYT. Participa en el proyecto Producción de espacios libres de violencia para y con las mujeres con discapacidad. Cartografía interseccional para la inclusión social. Es profesora del colegio de Geografía en SUAyED, posgrado de Geografía y de Estudios de Género de la UNAM. Sus líneas de investigación son discapacidad, producción de espacios libres de violencia para las mujeres, acceso de las mujeres al espacio legislativo y feminicidio.


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