INVESTIGAR EN FEMENINO: LA METODOLOGÍA FEMINISTA EN LA FILOLOGÍA CLÁSICA
- Olivia Isidro Vázquez
- hace 4 días
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Safo, Collage, E. (2024)
A partir de diversos cambios y exigencias sociales relacionados con los feminismos y los estudios de género, debe tenerse en cuenta que se ha realizado una serie de disposiciones que requieren la institucionalización y transversalización de la perspectiva de género en la UNAM.
Las siguientes reflexiones surgen de necesidades sociales y académicas que conjuntan los estudios clásicos con las metodologías feministas en investigaciones interdisciplinares dentro de la licenciatura en Letras Clásicas. Debido a que estas necesidades poseen precedentes concretos, debo mencionar que el título Investigar en femenino surge de los estudios: Vivir en femenino, estudios de mujeres en la antigüedad y Morir en femenino, mujeres, ideologías y prácticas funerarias desde la Prehistoria hasta la Edad Media, cuya editora es Maria Dolors Molas Font. Finalmente, para dar paso al desarrollo de estas líneas, me gustaría también explicitar que me centraré en los feminismos y el estudio de lo femenino como construcción social, sobre todo porque anteceden a los estudios de género, los cuales incluyen también más identidades que por su naturaleza conllevan otras necesidades teóricas.
A partir de diversos cambios y exigencias sociales relacionados con los feminismos y los estudios de género, debe tenerse en cuenta que se ha realizado una serie de disposiciones que requieren la institucionalización y transversalización de la perspectiva de género en la UNAM. Por una parte, esta iniciativa tiene su origen en 2004-2005, cuando el Proyecto de institucionalización de la perspectiva de género en la UNAM planteó que se deben impulsar iniciativas: “[…] que promuevan la incorporación de la perspectiva de género en las estructuras de los distintos ámbitos universitarios” (CIEG, 2005, p. 2). Por la otra, el Plan de Desarrollo Institucional 2019-2023, dentro del Programa 1.2 Igualdad de género, no discriminación e inclusión a la diversidad, establece que se debe:
Incorporar de manera permanente la perspectiva de género y la protección a los derechos humanos en todas las labores académicas, en la investigación, en los planes y programas de estudio, en los cursos y diplomados dirigidos a la comunidad universitaria, en la difusión, creación y extensión universitarias, y en los medios de información, así como en las tareas administrativas de la UNAM. (UNAM, 2019, p. 6)
En ese mismo año, 2019, tras una serie de conflictos relacionados con la violencia de género contra las mujeres en la Facultad de Filosofía y Letras, el 4 de noviembre se realizó un paro total de labores que duró cinco meses. Esta toma de las instalaciones fue realizada por las Mujeres Organizadas de la misma facultad (MOFFyL). Dentro del pliego petitorio se exigía la resolución de 11 puntos (Archivo de Mujeres, 2019), pero, por la delimitación temática que planteo, sólo me referiré a tres de ellos, que tuvieron un impacto directo no sólo en la Facultad de Filosofía y Letras sino también en la UNAM en general, ya que planteaban cambios a nivel institucional:
La modificación de los artículos 95, 98 y 99 del Estatuto General de la UNAM para reconocer la violencia de género como una falta grave.
Los talleres obligatorios con perspectiva de género y feminista para estudiantes, profesoras y trabajadores.
La perspectiva de género y cursos de género en los planes de estudio de todas las licenciaturas.
De este modo, después del receso sanitario de 2020, en la Facultad de Filosofía y Letras, el Plan de Desarrollo Institucional 2021-2025 de la Dra. Mary Frances Rodríguez Van Gort, en su “Programa estratégico 3. Sensibilización en materia de género”, plantea como objetivo:
Promover el buen desempeño de la materia de Género, violencia y ética comunitaria mediante una estrecha relación con la Comisión Tripartita Autónoma que asegure la calidad académica, una atención proporcional a la matrícula y la transversalidad de los contenidos en todos los planes de estudio que completen su renovación. (Rodríguez Van Gort, 2025, p. 35)
Este programa se enmarca dentro del “Eje 1. Comunidad igualitaria y libre de violencia”.
A raíz de estas condiciones, paulatinamente, en las asignaturas sobre investigación y titulación del Colegio de Letras Clásicas, se incrementó el interés por estudios relacionados con perspectiva o metodología feminista. La principal intención de estos estudios es identificar cuestiones relacionadas con la visibilidad de las mujeres y su participación, tanto en sus propios contextos como en los actuales; además de realizar un análisis conforme a los parámetros de la filología clásica, es decir, selección, revisión de ediciones críticas, traducción, análisis e interpretación de los textos. Así pues, nos hallamos frente a una serie de realidades epistemológicas diversas y complejas debido a la propia naturaleza del feminismo.
Debe resaltarse la toma de conciencia de las mujeres, su papel frente a la opresión, dominación y explotación patriarcal y el movimiento hacia la acción.
En este sentido, cabe preguntarse tanto por la manera en la que nos acercamos al estudio de lo femenino, así como por la diferencia entre estudiar históricamente a las mujeres y hacer investigación feminista; preguntarse desde qué perspectivas se han planteado estos temas, pero sobre todo, dentro de sus diferencias específicas, cómo se han construido métodos de análisis a partir de sus contextos, qué categorías se han utilizado; además de cuáles son los derroteros que la propia disciplina involucra en la aplicación de metodologías feministas. Lo anterior conduce a determinar no sólo cuáles son las principales críticas de los estudiosos de la filología clásica hacia los estudios feministas, sino también cuáles han sido las soluciones planteadas ante estas críticas a partir de nuevas propuestas metodológicas. Además, es fundamental suscitar una serie de reflexiones que conduzcan a planteamientos teórico-metodológicos respecto de los posicionamientos feministas en México y desde la comunidad que estudia a los clásicos.
En este punto, se vuelve fundamental conceptualizar el feminismo, que también debe entenderse en plural:
[…] movimiento social y político que se inicia formalmente a finales del siglo XVIII – aunque sin adoptar todavía esta denominación– y que supone la toma de conciencia de las mujeres como grupo colectivo humano, de la opresión, dominación, y explotación de que han sido y son objeto por parte del colectivo de varones en el seno del patriarcado bajo sus distintas fases históricas de modelo de producción, lo cual las mueve a la acción para la liberación de su sexo con todas las transformaciones de la sociedad que aquélla requiera. (Sau, 2001, pp. 121-122)
De la cita anterior, debe resaltarse la toma de conciencia de las mujeres, su papel frente a la opresión, dominación y explotación patriarcal y el movimiento hacia la acción, porque son los rasgos distintivos que dan lugar a dos metodologías feministas específicas, a saber, las prácticas de acción y las formas de generación de conocimiento. Por un lado, las prácticas de acción son colectivas, variadas y tienen por objetivo:
la resolución de necesidades apremiantes para superar limitaciones y malestares identificados y relacionados con la vivienda, la infraestructura urbana, la generación de empleo, la educación, el control de la capacidad reproductiva, salud e higiene, cuestiones laborales y sindicales, derechos humanos, violencia, etcétera. (Barbieri, 2002, pp. 103-104)
Es en las prácticas de acción que se concretan marchas, eventos culturales, pintas, paros estudiantiles y laborales y, por supuesto, reformas legislativas. Por el otro, las formas de generación del conocimiento proceden de planteamientos teóricos, pero no son exclusivas de la academia, se centran en el análisis de la subordinación de las mujeres, lo que conlleva a “cambiar las formas mismas de conocer y hacer ciencia”. (Barbieri, 2002, pp. 103-104)
Así, las críticas feministas se dirigen teóricamente al positivismo como sistema epistémico, su objetividad, neutralidad y universalismo (Barbieri, 2002, pp. 105-112). En cuanto a la objetividad, además de contravenir la noción de objeto de estudio aplicada a las mujeres, se critica la forma en la que se construye este objeto de estudio por medio de descontextualizaciones, la recolección de datos a partir de jerarquizaciones investigador/investigado y las posiciones y decisiones políticas de las instituciones como medio de control patriarcal; a la objetividad la contrarresta el propósito de producir conocimientos que den cuenta de las condiciones de vida específicas de las mujeres. La neutralidad es criticada por permitir una “ceguera de género”, es decir, estudiar predominantemente a la población masculina o a la mujer como objeto histórico, no tomar en cuenta el sexo como variable de investigación, incluso, la exigencia de distancia entre el investigador y el investigado. Finalmente, la universalidad se critica por la identificación de lo humano con lo masculino, para ello los feminismos buscan producir una teoría o los conocimientos necesarios para liquidar la desigualdad y subordinación de las mujeres para ser nombradas.
Resulta imprescindible, entonces, que la metodología centrada en los feminismos se realice desde esta toma de conciencia colectiva para mover sociopolíticamente cualquier acto, lo cual incluye a la academia o a las instituciones en las que se enmarque.
Debo mencionar en este punto que hay otras corrientes teóricas que los feminismos a la vez critican y retoman que por razones de espacio y delimitación no abordaré, pero tampoco se deben dejar de lado debido a las implicaciones que tienen: la teoría marxista, el postestructuralismo y el psicoanálisis.
A partir de las críticas al positivismo, tres son las propuestas metodológicas que se han planteado para la realización de investigaciones, sobre todo desde el punto de vista sociológico, pero que se pueden compaginar con otras metodologías (Harding, 2002, pp.19-26):
La experiencia de las mujeres se enfoca en debatir la ciencia desarrollada a partir de experiencias de hombres blancos, occidentales y burgueses, ya que son las mujeres quienes deben revelar las experiencias femeninas, pues no ha existido una “mujer universal” ni una experiencia de la mujer.
Estar a favor de las mujeres en el sentido de que se les ofrezcan explicaciones que surjan de sus necesidades en relación con sus contextos, sin necesariamente resolver las situaciones planteadas desde las instituciones u otros grupos de trabajo normativos que se relacionan con las mujeres.
Situarse en el mismo plano crítico que el objetivo explícito de estudio, es decir, insistir en la importancia de estudiarnos a nosotras mismas y de “estudiar de abajo hacia arriba”, y no “de arriba hacia abajo”.
Resulta imprescindible, entonces, que la metodología centrada en los feminismos se realice desde esta toma de conciencia colectiva para mover sociopolíticamente cualquier acto, lo cual incluye a la academia o a las instituciones en las que se enmarque. En relación con esta urgencia colectiva, se debe tomar en cuenta que entre los objetivos de egreso de la licenciatura en Letras Clásicas se encuentran “la búsqueda independiente del conocimiento; la divulgación de la cultura clásica de Grecia y Roma; el reconocimiento y valoración del legado de la cultura clásica; la constante actualización de sus conocimientos en el ámbito de las letras clásicas” (Letras Clásicas, Perfil del egresado). Por lo cual, las investigaciones feministas en este ámbito, no sólo deberían contemplar el estudio de las culturas clásicas desde un entrecruzamiento metodológico, sino también su difusión por medio de categorías de análisis que permitan la visibilización del patriarcado heteronormativo y sus violencias sistémicas para lograr una conciencia despatriarcalizadora.
Los clásicos, incluso vistos como filología, no son simplemente una actividad realizada en la intimidad del estudio o en las páginas de revistas exclusivas. El aula es también un escenario político, y el estudio de los clásicos no sólo ha dado forma a textos y ha constituido cánones, sino que también ha engendrado generaciones de estudiantes y académicos, inculcando los valores masculinos de la Antigüedad. (Rabinowitz and Richlin, 1993, p. 4)
Al respecto, debemos preguntarnos si la vinculación entre los estudios feministas y la filología clásica carece de fundamentos, si en realidad la experiencia de las mujeres, sus necesidades inmediatas actuales y los posicionamientos desde abajo son posibles en el estudio de la Antigüedad Clásica, puesto que los retos principales apuntan a las siguientes problemáticas:
El canon clásico conservado está compuesto principalmente por autores.
Los textos de autoras se hallan fragmentariamente conservados.
La transmisión de los textos clásicos se ha realizado por medio de intereses androcéntricos, es decir, primordialmente por hombres.
Sin embargo, se pueden hallar dentro de los estudios clásicos razones por las cuales es imprescindible un cruce metodológico con los feminismos: por un lado, las transmisiones y tradiciones de la Antigüedad que indudablemente influyen en Occidente y, por el otro, que la filología ha adquirido posicionamientos que conducen al estudio de la alteridad, que para este caso podemos nombrar como alteridad femenina.
El concepto de filología se relaciona con todo el movimiento cultural, porque no hay cultura sin filología, porque toda manifestación y movimiento cultural surge sobre el supuesto de la preservación de la palabra escrita, de la lectura y penetración de los textos, mediante los cuales los hombres del presente se comunican con el pasado, los vecinos con sus vecinos, nutriéndose de vida mental al fijar y meditar y hacer suyas las ideas ajenas, visibles en el documento que las contiene durablemente. (Bernardini e Righi, 1953)
Para lograr estos propósitos, es decir, los entrecruces metodológicos, los feminismos dentro de los estudios clásicos se han valido de diversas adecuaciones:
Interdisciplina
Identificación de sesgos androcéntricos
Colectivización
Categorías de análisis
Experiencias
Estar a favor de las mujeres o desde el punto de vista de las mujeres
Situarse en el mismo plano crítico que el objetivo explícito de estudio
Con el objetivo de realizar un acercamiento a estas adecuaciones y establecer la diferencia entre estudiar históricamente a las mujeres y hacer investigación feminista, podemos tomar en cuenta el caso de la tesis doctoral A Study of Women in Attic Inscriptions, la cual representa un precedente a las metodologías feministas.
Es imprescindible que desde los estudios clásicos se adopten posturas que atiendan las realidades sociales y se analicen bajo los lentes de las tradiciones clásicas y del violeta feminista, para que las mujeres seamos sujetas de conocimiento.
Casi una década antes de que Virginia Woolf escribiera una de las obras cumbres del feminismo occidental, Una habitación propia, Helen McCleen realizó en la Universidad de Columbia su estudio basado en las recientes, para su época, inscripciones griegas en el que, primeramente, amplía —por la cantidad de detalles que aporta el conocimiento de la vida de las mujeres derivado de otras fuentes— el estudio de las mujeres en el Ática y, en segundo lugar, modifica la visión del asunto que da la literatura griega por sí sola.
Concluye que las numerosas inscripciones sepulcrales atestiguan un gran aprecio por el carácter de la mujer; también que el número de dedicatorias realizadas por mujeres, que incluyen contribuciones en dinero y objetos de valor, demuestran que la posición de la mujer respecto a la propiedad no era tan humillante en la práctica como lo era en el derecho estricto. Asimismo, las inscripciones relativas a sacerdotisas y asociaciones religiosas en las que participaban mujeres indican que al menos en un ámbito ajeno a la familia —el de la religión y las observaciones religiosas— las mujeres podían encontrar espacio para su inteligencia, su gusto y su capacidad práctica.
En este sentido, McCleen no sólo colectiviza el estudio de las mujeres por medio de la interdisciplina, en este caso la epigrafía, si no que se remonta a la experiencia que ofrecen los testimonios que sitúan a las mujeres como sujetas de participación y conocimiento. Deja de lado los esencialismos ofrecidos por las fuentes literarias masculinas y estudia a las mujeres desde abajo, desde las producciones sociales. Es aquí en donde se encuentran los primeros atisbos de una investigación que por sus condiciones metodológicas tiende a establecer nuevas líneas de interpretación, aunque el estudio de McCleen aún carezca de una toma de conciencia y planteamientos metodológicos feministas.
El escenario anterior vuelve fundamental no sólo que se planteen postulados teóricos feministas, sino también que se sitúen en las circunstancias particulares que poseen los estudios clásicos en México, el cual está conformado en parte por las civilizaciones occidentales grecolatinas. Así pues, aunque es primordial un estudio que repiense y replantee el acercamiento a los textos clásicos con la intención de “[…] comprender su evolución y la forma en que, actuando como transmisores, su mensaje ha llegado a concretarse en el presente […] [para] abrir nuevas vías de conciencia crítica” (Molas, 2002, pp. 11-12). En el caso de México, también es fundamental que estas metodologías se planteen desde la despatriarcalización, es decir, “para derivar de ella: verbos, adjetivos y gerundios con qué deshacer, destruir, desarmar, desmontar, desestructurar, demoler, derribar y desarticular todas y cada una de las capas de las opresiones que nos sujetan” (Galindo, 2013, p. 172), y que nos sujetan principalmente a las mujeres.
En suma, es innegable que los estudios feministas se han posicionado dentro de las propuestas de investigación filológica no sólo a nivel internacional, sino también nacional por razones de justicia social y epistémica. Por lo que es fundamental que, de acuerdo con estas necesidades, se realicen adecuaciones metodológicas en una de las disciplinas que posee una gran influencia cultural en nuestro país. Asimismo, también es imprescindible que desde los estudios clásicos se adopten posturas que atiendan las realidades sociales y se analicen bajo los lentes de las tradiciones clásicas y del violeta feminista, para que las mujeres seamos sujetas de conocimiento.
BIBLIOGRAFÍA
Barbieri, T. (2002). “Acerca de las propuestas metodológicas feministas” en Eli Bartra (comp.), Debates en torno a una metodología feminista. México: UNAM-UAM.
CIEG. Institucionalización de la perspectiva de género en la UNAM. Recuperado de https://cieg.unam.mx/img/ igualdad/proyecto-institucionalizacion.pdf
Galindo, M. (2013). No se puede descolonizar sin despatriarcalizar. Teoría y propuesta de la despatriarcalización. Bolivia: Mujeres Creando.
Harding, S. “¿Existe un método feminista?” en Eli Bartra (comp.), Debates en torno a una metodología feminista. México: UNAM-UAM.
Archivo de Mujeres. (2019). Demandas de las mujeres organizadas de la Facultad de Filosofía y Letras. Recuperado de https://archivodemujeres.omeka.net/items/show/575
McCleen, H. (1920). A study of women in Attic inscriptions (Ph. D.). New York: Columbia University Press. Recuperado de https://catalog.hathitrust.org/Record/000666854
Molas Font, M. D y S. Guerra López (eds.). (2002). Morir en femenino. Mujeres, ideologías y prácticas funerarias desde la Prehistoria hasta la Edad Media, Barcelona: Ed. Universitat de Barcelona.
Molas Font, M. D. (ed.). (2002). Vivir en femenino. Estudios de mujeres en la antigüedad, Barcelona: Ed. Universitat de Barcelona.
Plan de estudios de la licenciatura en Letras clásicas, “Perfil del egresado”. Recuperado de https://clasicas.filos.unam.mx/inicio/estudiantes/perfil-de-egreso/
Rabinowitz, N. S. and A. Richlin (eds.). (1993). Feminist theory and the classics. New York: Routledge.
Rodríguez Van Gort, M. F., Plan de Desarrollo Institucional 2021-2025. Recuperado de https://www.filos.unam.mx/wp-content/uploads/2023/03/PDI-2021-2025_Facultad-de-Filosof%C3%ADa-y-Letras.pdf
Sau, V. (2001). Diccionario ideológico feminista. Barcelona: Icaria Editorial.
UNAM, Plan de Desarrollo Institucional 2019-2023. Recuperado de https://normatividadseguridad.unam.mx /index_htm_files/PDI2019-2023.pdf
Olivia Isidro Vázquez estudió la licenciatura en Letras clásicas, también la maestría y el doctorado en letras. Sus investigaciones se habían enfocado principalmente en el siglo XVII novohispano y en los enfoques teórico-metodológicos filológicos; sin embargo, a raíz de las denuncias por acoso en la UNAM, las tomas feministas en diversas instancias y la creciente necesidad de replantear teóricamente los posicionamientos sobre las violencias a las que han sido sometidas las mujeres, se ha enfocado en la forma en la que la filología clásica puede analizarse desde las perspectivas de género y feminismos, sobre todo la influencia que ha tenido el canon de los autores clásicos en las prácticas actuales del sometimiento.
Las reflexiones vertidas en este texto se presentaron en la mesa plenaria “Género y feminismo en la enseñanza de las letras clásicas” dentro del Coloquio "Cien años de enseñanza en las Letras clásicas", en el marco del VI Congreso Internacional de Estudios Clásicos en México y los festejos por el centenario de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, en el mes de octubre de 2024.
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